Capítulo 11

33 9 62
                                    

Luego de eso, intentamos avanzar más de lo necesario

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Luego de eso, intentamos avanzar más de lo necesario. Digo intentamos porque nuestros cerebros se fundieron en el camino, especialmente el mío. Mi mente se divertía dando un paseo por el pasillo de los recuerdos, rememorando aquellos momentos de extremo dolor e inminente peligro. Era desagradable como cada cierto tiempo empezaba a disociar y volvía a caer en un continuo reproche. Si no fuera por Alain que me sacaba de mis pensamientos, seguramente me habría vuelto loca en ese mismo instante.

—Oye, Ness —dijo al tocar mi hombro. Levante la mirada del ordenador y lo observé algo desorientada.— ¿Estás bien?

—Ah, sí —le respondí, aunque por mi voz no quedó muy convencido. La verdad es que había estado mirando la pantalla sin hacer nada. Con la conciencia alterada por abrumadores pensamientos.

—Mejor dejemos esto para otro día.—sugirió al ver que ni siquiera lo miraba a los ojos.

Alain se levantó, quitando el ordenador de mis manos y lo cerró. Quise decir algo en contra pero la verdad no tenía fuerzas para seguir. Agradecí que él tomara la iniciativa.

—Podemos hacer algo para comer, ¿qué te parece?

Aquellas palabras me subieron el ánimo de inmediato. Me levanté, borrando mi expresión de sufrimiento y le dediqué una sonrisa burlona.

—Creí que era yo la que vivía aquí —solté, burlándome por lo confiado que era.— Pero está bien, no puedo negarme. Es la mejor idea que has tenido en toda tu existencia.

—Oye, deja de difamarme —se quejó, aunque ambos estábamos riendo.

Hice un ademán para que me siguiera y entramos a la cocina. No lo iba a negar, necesitaba comer algo urgente.

—¿Qué quieres comer?

Revisé el refrigerador mientras Alain se sentaba junto a la encimera.

—¿Pizza? —preguntó, o más bien, leyó mi mente. Saqué la masa precocida que mis padres compraron para dejarla descongelando.

—¿Napolitana?

—Exacto, nena —dijo el rubio platinado, asintiendo varias veces. Fruncí el ceño en respuesta.

—No me llames 'nena', Digori Kirke.

—Sí, Bruja Blanca.— contraatacó. Ambos soltamos risas.

Después de todo, Alain no parecía ser desagradable. Probablemente podría coexistir con él sin problemas.

***

Hace más de una hora le había dicho a Jackson que debía volver a casa, pero él insistía que había que "aprovechar el tiempo". Salía con excusas tipo que había que aprovechar nuestra juventud y volvernos locos. No era que pensara distinto a él, simplemente era que mis planes eran muy distintos a estar en medio del campo con un montón de chicos emborrachándose.

Valle de lágrimas©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora