Nueve

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Su papá ofreció llevar a Fred de vuelta a su casa, pero él iba a pasar la noche ahí. Pudo ver en sus ojos verdes que quería besarla de nuevo, pero no se atrevía a hacerlo frente a su papá. Le dio un beso sencillo en la mejilla, prometiendo en voz baja que pensaría en ella todo el fin de semana.

Ese domingo fue infernal. Quería verlo, pero a la vez no quería. Jamás había tenido un novio antes, ¿Cuál era el protocolo para ese tipo de relaciones? ¿Siquiera eran novios? No habían acordado ninguna etiqueta, pero de alguna forma estaba explícito.

Tenía miedo de preguntar, ¿Y si todo había sido una imaginación suya? Jamás podría volver a Aldrich si Fred le decía que eso no significó nada, cuando se pasaba mil películas en su mente. ¿Así se sentía que te gustara alguien?

Era la peor sensación del mundo, pero a la vez era tan maravillosa que no la cambiaría por nada. De por sí, sus emociones siempre eran confusas, pero ahora parecían haber aumentado en mil. Era una pesadilla.

Pero sabía a quien acudir.

Hizo un pedido sencillo a la Librería Lune, ordenando que fuera a domicilio. En 20 minutos, Simone estaba fuera de su puerta, con los repuestos para su portaminas en una bonita bolsa. Entre la semana nunca estaba disponible, pero los fines de semana  ayudaba en la librería de su familia.

—Necesito hablar contigo.

—Estoy trabajando.

—Creo que tengo novio.

Las cejas de Simone se alzaron. —¿Lo soñaste o hablamos de una persona real? Porque si volviste a tu fase de enamorarte de chicos ficticios, voy a volver al trabajo.

—No, es real— le aseguró. —Puedo tocarlo y todo.

—¿Y por qué crees que es tu novio?

—Porque nos besamos, fue hermoso, cayeron flores del cielo y todo por una estupidez que le dije. El ambiente lo decía todo, era el escenario perfecto para una propuesta— habló con mucha rapidez. —Pero no me pidió ser su novia de manera oficial, así que no estoy segura.

—Pregúntale.

Elly sacó el repuesto del portaminas y se lo arrojó a la frente. —¡Si fuera tan fácil, no habría ordenado esto para hablar contigo!

—No entiendo por qué me preguntas a mí, que no tengo experiencia en eso, cuando vives con Vera. Ella debe haber salido con varios chicos, sabe de estas cosas.

Vera había estado encerrada en su habitación desde que volvieron de esa fiesta. Creyó que tenía resaca, pero apenas olía a alcohol cuando iban en el auto. Y no quería decirle, o se lo diría a su mamá y todo se volvería más complicado de lo que ya era.

—Quiero una señal— dijo. —Solo una, no tiene que ser enorme.

—Quiero volver al trabajo— dijo Simone.

Un segundo repartidor tocó el timbre. Pero este no era un amateur como Simone, que solo llevaba una placa y un delantal, este era un profesional con moto y todo. Llevaba una docena de rosas rojas en las manos, envueltas con cuidado en papel suave dentro de un bonito canasto.

Vera salió corriendo por las escaleras. —¡¿Son para mí?!

—Depende, ¿Eres Elly Salvage?

Una ráfaga de furia fue dirigida a Elly con su mirada, que de inmediato volvió al rostro deprimido que había tenido desde ayer, y regresó a su habitación en silencio. Jamás la había mirado con tanto odio desde el día en que descubrió que ella tenía una mejor cintura en clase de natación.

La Búsqueda del SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora