Cuatro

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Después de ese encuentro desastroso con Fred, ya no sentía ánimos de nada. Se había odiado a sí misma por haberse ido sin dar más explicaciones. No pudo contactarlo de ninguna manera, aunque sabía su usuario de Instagram, y tampoco pudo ir a buscarlo para dar la cara.

Había recibido varios mensajes por parte de él desde aquel incidente, la mayoría preguntándole si estaba bien y disculpándose por haberla hecho sentir incómoda. ¿Por qué era él quien pedía disculpas? Ella era el desastre que no podía darle una respuesta.

Estuvo descompuesta después de eso y había pasado en la cama desde ayer. Incluso Simone hizo espacio en su apretada agenda para llamarla, pero no siquiera tuvo la dignidad para contestarle.

"Solo mírate, te dan una oportunidad única en la vida para tu futuro y estás aquí, desparramada como una inútil. Eres un pedazo de basura, no mereces la admiración ni el amor de nadie. No mereces el cariño de tu familia, ni la amistad de tus compañeros. Tampoco merecías a Robin, por eso se mató, para alejarse de tu miseria. Matas todo lo que tocas, mejor aléjate de todos..."

Tocaron la puerta de su habitación. Decidió no responder. Siguieron insistiendo. Por un momento se imaginó a su mamá de pie fuera de la puerta, con el corazón en las manos creyendo que su hija no le contestaba porque se había suicidado. Imaginarse a su mamá llorando era la peor imagen que podía concebir en aquellos momentos. No quería que llorara, menos por ella. No valía la pena llorar por algo que estaba roto y no podía repararse.

Miró la hora. 11 de la mañana. Todo el mundo estaba en clase a esa hora. ¿Y si realmente era su mamá? La angustia recorrió su cuerpo con un escalofrío, y se puso de pie de inmediato. Reprimió las ganas de gritarle "¡Sigo viva!" y corrió a abrir la puerta.

Fue recibida con un enorme ramo de rosas rojas.

Su mamá definitivamente no tenía la cabeza de color cobre, no usaba lentes de colores y mucho menos una corbata de moño con tirantes.

—¿Fred?

La cabeza cobre asintió. —Hola, querida. ¿Cómo te sientes?

"Como un pedazo de basura" —Estoy bien, ¿Qué haces aquí?

—Quería ver como estabas. No me respondiste los mensajes y no podía llamarte— Fred insistió en que Elly tomara el ramo de rosas. —Intenté ir a clases, pero no podía estarme quieto pensando que te hice sentir mal. Lo siento mucho, musa dorada.

Elly negó con la cabeza, apretando las flores. —¿Por qué te disculpas? No hiciste nada malo, fui yo quien...

—Fue mi culpa, musa dorada, sé que hice mal en hacerte esas preguntas— Fred inclinó su cabeza hacia abajo. —Me emocioné tanto de que aceptaras la entrevista que no tomé en cuenta tus sentimientos. Y no digo esto para que sigamos trabajando juntos. Lo digo porque en serio me importas.

No soportaba escuchar eso. —¡No es tu culpa que yo sea un desastre! ¡Soy una basura que destruye todo lo que toca! ¡Arrastro la miseria conmigo y las personas a mi alrededor terminan por pagarlo! ¡Mis familia y Robin lo pagaron!

Hubo un silencio espectral después de eso. Ni siquiera escuchaba sus propias respiraciones. No merecía el amor de su familia, no merecía que su mamá viviera preocupada por ella, tampoco merecía esas flores. No había sido digna de la amistad de Robin, y quien terminó pagando el precio fue ella con su vida. De ser una mejor hija y una mejor persona, eso no estaría pasando.

—Te equivocas— le dijo Fred. Su rostro estaba tan serio que casi no parecía suyo. —Todo lo que dijiste sobre ti está mal. ¿Sabes por qué lo sé? Porque ya he visto esto antes. No te amas y por eso no crees merecer el amor de los demás.

La Búsqueda del SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora