Veintinueve

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Elly

El odio es un sentimiento fuerte. Te hace sentir una ira incontrolable y un deseo asesino que no habías sentido antes hacia otra persona; la pena, por el otro lado, es todo lo contrario. Sientes la necesidad de abrazar a esa persona, ya que la vida parece ser injusta con su porvenir.

No sabía cual de las dos sentir por Leslie. La odiaba, por supuesto que sí, había arruinado la vida de Fred, abandonó a su bebé y aun así tenía el descaro de querer sacarles provecho. Pero tras el desenlace que tuvo desde el patio de Aldrich a la ambulancia del psiquiátrico, la vio como lo que nunca pensó que era: una víctima por haberse enamorado.

"Eso no es amor", pensó, negando con la cabeza. "Ella no sabía como amar, así que se volvió loca de obsesión con un hombre que no la valoraba. Pero eso no expía todos sus pecados".

Sí, el maestro Scott no obligó a Leslie a quedar embarazada ni abandonar al bebé, pero tampoco tenía el derecho de manejarla como una marioneta y tirarla como si fuera basura. Lo odiaba por ser un hombre tóxico, pero a la vez le agradecía por habérsela llevado del lugar.

Anotó mentalmente no volver a acercarse a él.

Fred la abrazó con tanta fuerza que las costillas le dolieron, pero no lo soltó. Seguía asustada, fue como caer de un acantilado que no tenía fondo y estar hundida en un agujero negro. ¿Cómo pudo afectarla tanto estar frente a una persona desarmada, sin poder ni fuerza contra ella?

—¿Estás bien, amor?— le preguntó tras varios minutos.

Asintió. Leslie ya no estaba, no podía hacerles daño. Había sido menos que inútil al intentar detenerla, pero todo había pasado. Leslie Quinn nunca volvería a ser parte de su vida. Aquel día ella no era la protagonista, era Fred, que había trabajado duro para llegar hasta ahí...

—Mierda, ¡Tu exhibición!— exclamó de un salto. —¡Tenemos que volver!

—¿Segura de que te sientes bien?— le agarró el rostro con ambas manos, mirándola con atención. —Podemos quedarnos otro poco o te llevaré a tu casa.

—Cabeza de cobre, te están esperando ahí dentro— señaló el edificio. —No te preocupes por mí, estaré bien. Solo ve y te voy a seguir en unos pocos minutos.

Intentaba sonar lo más convincente posible, pero temblaba como una hoja y Fred lo notó. Volvió a abrazarla, esta vez con más suavidad y le acarició el cabello con cuidado, acariciando su nuca en donde Leslie la había sujetado con fuerza, intentando dormir aquella parte que le dolía.

Quiso empujarlo y repetirle que entrara al salón, pero no pudo. Porque quería estar ahí, en los brazos de Fred. Era una persona horrible y egoísta, lo estaba reteniendo y aprovechándose del afecto que sentía por ella, pero no lo quería soltar. Esa era su maldición, dependía del amor de sus seres queridos para salir adelante. Sabía que estaba mal, pero en ese momento lo quería.

"Soy lo peor que pudo haberle pasado a este chico" pensó, escuchando los latidos armoniosos de su corazón. "Si quiero que consiga su sueño, tengo que dejarlo ir de verdad".

Tras otros minutos, Fred la besó con suavidad y le tomó la mano. Mientras caminaban hacia el salón, se apoyó en el brazo de ese chico, prometiendo en silencio que al final de la noche iba a liberarlo de aquella relación, aunque les rompiera el corazón a los dos.

XxX

Habían corrido la presentación de Fred para el final debido a su desaparición repentina. El profesor a cargo le dio un sopapo en la cabeza por no estar atento y la enviaron a los asientos frente a la tarima de presentaciones. Fred le guiñó un ojo antes de pasar al escenario.

La Búsqueda del SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora