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En la cabeza de Mikasa sólo se hallaba lo que había sucedido hace minutos atrás, había tropezado con alguien por estar distraída y no tuvo la oportunidad de disculparse. Lo que la dejó helada fue que aquella persona parecía conocerla, y eso era muy extraño, pues su padre le dijo que a parte de Eren y Levi, ella no había tenido más amigos, lo que tenía seguro, era que aquella chica había dicho su nombre.

Lo tenía muy seguro.

—Señorita Mikasa, ¿no piensa entrar?

—Oh, sí, entraré—Dijo para bajar del auto, y dirigirse hacia la academia.

[...]

—¿Qué hace aquí? Después de todo este tiempo.

Annie tras haber chocado con Mikasa, corrió sin rumbo, hasta que se oscureció y vio la hora. Debía regresar a su casa.

Caminó un par de cuadras, y llegó, al entrar todo esta solitario como siempre. Subió las escaleras y entró a su cuatro, encerrándose ahí.

Su mente le jugó una mala pasada, y recordó los momentos que vivió con Mikasa, hasta que repentinamente desapareció.

Su padre le había repetido constantemente que se debía alejar de Mikasa, que si seguían en una relación, no sería bueno para Mikasa. Pero Mikasa siguió yendo a visitarla, pero los días estaban contados para su mudanza fuera del país.

—Ahsf, ojalá no la vuelva a ver nunca más—Susurro Annie lentamente, sintiendo un pequeño dolor alojarse en su pecho nuevamente.

Le dolía recordar las palabras de Mikasa.

[...]

Annie despertó temprano, ya habían pasado al menos dos semanas desde su choque con Mikasa y deseaba seguir así.

Tomó sus llaves de una mesa y salió de casa. Hoy sería su primer día en la universidad, para Annie sólo le quedaba terminar de cursar los cuatro años y por fin sería profesora de música.

Sí, Annie quería especializarse en música luego de saber que, Mikasa, no quería verla más en su vida.

Caminó sin rumbo fijo por toda la ciudad, hasta que visualizó a una señora que tocaba guitarra, por casualidad del mundo, la canción era triste, así que decidió quedarse un momento, hasta que aquella señora le comenzó a hablar.

—¿Qué tienes, hija? ¿Por qué estás tan triste?

—Estaba saliendo con alguien, pero, al parecer, no fui nada para ella, no duramos ni tres días de novias.

—No te deprimas tanto, llévate mi guitarra y acuérdate de esto cada vez que la veas—Dijo aquella señora, quién, soltó un suspiró y le habló—Es mejor sacar lo que tenemos dentro que guardarlo y seguir sufriendo por no poder dejarlo ir—Terminó de hablar, para tomar rumbo a su hogar.

—Esperé, ¿usted no la necesita?

—No, este era el último día iba a estar aquí, así que no importa—Decía mientras se alejaba cada vez más, hasta que, desapareció de su vista.

Esa noche, Annie tuvo otra noticia, que aunque no le hacía daño, le cayó como un balde de agua fría.

Estuvo casi una semana en su cuarto, no quería ver a nadie, tampoco es como si alguien estuviera en su vida.

De pronto sus ojos se fijaron en la guitarra que aquella misteriosa señora le había regalado. La guitarra estaba en la esquina de su habitación, abandonada.

Recordó lo que le dijo la señora, y fue por la guitarra.

No sabía cómo tocarla, sin embargo, rasgo las cuerdas e intentó hacer una melodía.

Así fue como empezó sus sueños, y logró salir de la depresión que la consumía, aunque no del todo. Según su psicólogo.

—Bueno, clase, bienvenidos, yo seré su profesor de ritmo y tiempo en estos tres meses, mi nombre es Erick.

—Lo siento por llegar tarde, ¿Puedo pasar?—La puerta fue abierta de golpe.

—Esto debe ser una broma—Susurró Annie.

Mikasa Ackerman había ingresado al salón.

XiaoLuaYue.

Si lo hubiera dichoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora