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Después de acomodar a Hange, Annie se fue a la cocina, debía comer un poco, o al menos lo que encontrará.

Cúando se estaba sirviendo, sintió como la abrazaban, no hizo nada para quitar aquellos brazos, pues sabía que era Nash.

—No me molesta que me llames así.

—¿Quieres comer algo en específico?

—Nop, lo que comas para mí estará bien.

—No por decirte mamá, me vas a decir que haga lo que quiera, deberías decir no a veces.

—No importa, desde ahora eres mi bebé.

—¿Quieres que te diga lo mismo que le dije a Hange? No creo que quieras escucharlo.

—¿Que quieres que te diga?

—No me importa, me puedes decir así.

—Gracias.

—Yo soy la que debería darle las gracias a ustedes.

—No, dejemoslo así.

—Hablemos de otra cosa—Dijo Annie para dejar los brazos de Nash y voltearse a verla.

Se quedaron frente a frente, luego de un eterno lapso de tiempo, Nash le tomó las manos.

—Hange me pidió matrimonio, además, me dijiste que querías ser mi hija, pero no creo que las madres e hijas se casen, jaja—Nash rio por sus ocurrencias.

—Yo creo lo mismo, pero eso no es—Llevó sus manos a la plana barriga de Nash—¿Por qué no tienen un bebé?, no tengo hermanos, y me gustaría ser la hermana mayor para darles el ejemplo a él renacuajo que tengan.

—Eso suena interesante, lo pensaré.

—No lo hagas sonar como un negocio, y ¿si mejor pedimos comida? De seguro Hange ya va a despertar de su drama.

—¿Pizza?

—Si, eso bastará.

Después de pedir la pizza, Nash y Annie se quedaron hablando de cosas triviales, como el trabajo, el tiempo, la universidad.

Cúando llegó la pizza, Hange despertó, y armo un drama.

—Sabes que me puedes llamar como quieras, bebé.

—Si, Hange, ya escuché—Annie hizo una mueca—Te dije que este bebé, no es tan bebé, lo sabes.

—Ya, Hange, déjala, no la precio es, sabes que tampoco se puede hacer eso.

—Esta bien, Nash, solo por eso lo haré.

—Ya tenemos que ir a dormir—Mencionó Annie, al terminar de un bocado una rebanada de Pizza.

—La puerta de tú cuarto sigue dañada.

—¿De quién es la culpa?

—Mía, lo sé, mañana la acomodare.

—Más te vale—Annie frunció el sueño, y después sonrió—Hasta mañana, que duermas bien, mamá.

—Hasta mañana, hija.

—Hasta mañana, Hange.

—Hasta mañana, bebé.

—!Esta bebé, ya no es un bebé, Daddy!—Grito Annie desde las escaleras.

—Nash, mi bebé me dijo papá—Hange vio a su pareja, casi llorando.

—Si, Si, Hange, ¿Vamos a dormir? Fue mucha emoción por un día.

—Tienes sueño, yo no.

—Pues, podemos pasar un rato solas en el cuarto.

—Annie cómo que si va a tener a su hermanito.

—¿Quiere uno?

—Si, le dije que lo pensaría—Nash vio a Hange—Pero a este ritmo...

—¿Y que esperamos? El tiempo es oro.

[...]

Al día siguiente, Annie se la vengo temprano, hizo el desayuno, y se fue a clases. Ya había perdido una semana entera, y no se iba a dar el lujo de perder otra.

Al llegar, lo primero que vio Annie fue a su profesor, así que se acercó para preguntarle que había pasado durante esas semanas.

—Buenos días, profesor Nick.

—Oh, Annie, pensé que te quedarías en casa para terminar el proyecto.

—¿Cuál proyecto?

—El de este semestre.

—No sabía eso, ¿es en grupo o individual?—Annie le rezaba a los ángeles que no le tocará con Mikasa.

—En parejas, Mikasa y tú estaban con permiso, y se decidió ponerlas como pareja para el proyecto.

—Bueno profesor, tendré que hablar con ella, gracias—Annie se fue a su asiento frustrada.

El mundo estaba de alidado con el destino. Definitivamente le estaban jugando algún tipo de broma de mal gusto.

XiaoLuaYue.

Si lo hubiera dichoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora