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no puede ser, ¿por qué está aquí? Debe ser una mala jugada del destino.

¿Quién cruza a dos personas que pasaron por mucho en el pasado? Definitivamente sólo el destino.

No, no puedo, no puedo hacer esto, no puedo.

—Señorita Annie, ¿qué le sucede?—Annie, quien estaba inmersa en sus pensamientos, se dio cuenta que había empezado a hiperventilarse.

—No puedo respirar bien—Dijo como pudo, con un hilo de voz.

—Profesor, Annie no está bien—Un compañero de su clase le habló.

El profesor casi se cae de espalda al ver que Annie estaba en el suelo desmayada.

—Señorita Annie, reaccione, no sé duerma.

—Profesor, hay que llevarla a la enfermería, cuánto antes—Mikasa, quién había estado espectante, camino hacia Annie.

—Tienes razón, pero, no puedo dejar al resto de la clase sola.

—Deje que yo me encargué—Mikasa levantó a Annie, y la cargo entre sus brazos, para luego salir del salón.

Annie despertó y se llevó la sorpresa de estar en los brazos de Mikasa, debía admitir que su malestar se esfumó por completo al sentir sus cálidos brazos.

Cúando estaba por dormiste nuevamente, sintió como era acostaba suavemente en una camilla, no había notado que ya estaban en la enfermería.

—No, por favor, no te vayas—Le dijo en un susurro, sosteniendo fuertemente la camisa de Mikasa.

—Debo buscar ayuda—Mikasa se encontraba en un debate mental, si dejar a aquella bella señorita y buscar ayuda o quedarse con ella. Extrañamente, ni quería alejarse de ella.

—No te vayas, te necesito—Annie estaba por llorar.

Mikasa sintió su corazón romperse.

—Me quedaré, tranquila—Mikasa acercó una de las sillas a la camilla y se sentó en ella.

Annie frustrada por aquella acción, se subió al regazo de Mikasa, dejando que está la abrazara.

El aroma de ambas combinaba a la perfección, y de un momento a otro, Annie se durmió sobre las piernas de Mikasa.

Mikasa por su parte, estaba muy pensativa, aunque no quisiera, no podía evitar fijarse en lo bella que era Annie. Mikasa por sorprendente que fuera, sentía que ya la conocía, y a decir verdad, no recordaba hacerlo, no tiene memoria desde sus Catorce años, su psiquiatra le comentó que sus recuerdos fueron temporalmente bloqueados por su cerebro cuándo sufrió el accidente. Mikasa no le tomó real importancia a eso.

Pero de alguna manera, ver a Annie hacia que su corazón se apretara y sintiera una inmensa tristeza, lo cuál, no le agradaba para nada.

Así pasó el tiempo, hasta que Mikasa también se durmió, abrazando a Annie. Una hermosa atmósfera se había creado entre ellas.

—Despierten, por favor—Una desconocida voz les habló.

—¿Qué sucede?—Hablaron al son, Annie y Mikasa.

Al instante, Annie tenía plasmado un gran sonrojo en su rostro hasta el lóbulo de sus orejas, no sabía en qué momento había llegado ahí, y mucho menos que hacía sentada sobre Mikasa.

Definitivamente era un mal chiste.

Mikasa por su parte, estaba a la nada de salir corriendo con Annie entre sus brazos, su alfa interno sentía que estaban invadiendo su territorio, algo que era realmente peligroso.

No quería hacer nada malo frente a Annie, porque quizá, se había enamorado de ella.

—Perdonen la interrupción, deberían ir a clase—Les dijo la enfermera.

—Vinimos porque Annie se desmayó en el salón de clase y queríamos saber el motivo—Mikasa le habló a la enfermera, Annie tenía ganas de salir corriendo.

—Primero que nada, déjala sobre la camilla, le haré una revisión.

Mikasa hizo lo que le ordenaron, y cuidadosamente se levantó con Annie sobre ella como un koala.

Annie al estar sobre la camilla, se afirmó aún más de Mikasa y se volvió a hiperventilar.

—Calma, estaré a tú lado, ¿si? —Le dijo Mikasa, en un intento de tranquilizarla.

—No, ¡No quiero!—Annie soltó algunas lágrimas, pero ni ella supo el porqué.

—Esta bien, no te soltare—Mikasa la apego más a su cuerpo.

—Ya vi suficiente—La enfermera llamó la atención de Mikasa—Primero que nada, ¿cómo te llamas?

—Mi nombre es Mikasa Ackerman.

—Bueno, Mikasa, por lo que veo, eres una alfa ¿no?

—Exactamente, soy una alfa.

—Deberán mudarse juntas de inmediato.

—¿Qué?—Preguntaron al son Mikasa y Annie, con el rostro plasmado de sorpresa.

XiaoLuaYue.

Si lo hubiera dichoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora