El origen del fin

16 0 0
                                        

Antes de ir a dormir pensé un poco en mi precioso novio para poder tranquilizarme y olvidar el mal momento.
Tenía ojos grandes, unas orejas peculiares que me resultaban bonitas, unos labios dulces y una sonrisa que iluminaba mi vida. Era alto y fuerte y podía cargarme con un brazo sin esfuerzo. Tenía una voz suave y profunda al cantar.

Park Chanyeol es perfecto, soy muy afortunado.

Probablemente la forma en que empezó todo podría ser muy romántica o no, dependiendo del lado en que se vea. En ese momento me causó sorpresa y gracia, pero ahora pienso en todo el valor que tuvo para ir al lugar donde trabajaba (soy mesero en un bar algunas noches a la semana) y pedirme mi número como si fuera lo más normal del mundo.

Hace dos años vi entrar por la puerta de cristal a un sujeto extremadamente alto (claro, no es que yo sea una persona con estatura normal) que llevaba sus rizos castaños desarreglados dándole un aspecto genial y casual junto con su camisa a cuadros y jeans gastados. Tomó asiento en la barra y me acerqué a atenderlo en vista de que las idiotas de mis compañeras se quedaron en coma después de admirarlo.

—Buenas noches señor, ¿qué va a pedir? —lo miré de cerca y reconocí que tenía un gran atractivo pero no era para tanto.

—Tal vez tu número, bonito —me miró de arriba a abajo y yo estaba tentado a taparme el pecho y la entrepierna por si acaso, no fuera a ser que tuviera visión de rayos X.

—¿Perdone? —mantuve la compostura lo más que pude pero es que esa mirada de psicópata enamorado me ponía nervioso.

—Perdonado —guiño un ojo y apoyo su mentón en su gigante mano—¿Cómo te llamas?

Me quedé mudo unos segundos pero mi alma volvió a mi y entonces respondí.

—¿Por qué tengo que decirle mi nombre? —me crucé de brazos esperando una explicación decente; no le iba a dar ese dato a cualquier pendejo acosador con antecedentes penales.

—Porque lo necesito para escribirlo en mi corazón —sonrió de una forma más tranquila, tal vez tierna, que hizo que me sonrojara sin poder evitarlo. Solo pude disimularlo un poco mirando al piso.

—Buen intento —aclaré mi garganta sonriendo levemente y tomé mi libreta de pedidos—¿Podrías sólo decirme-

—¿Mi nombre? Claro, soy Park Chanyeol —tomó mi mano sin pedir permiso y sin perder su sonrisa solo para dejar un beso en ella—. Encantado de conocerte.

(<<Pinche atrevido, respeteme. Una cosa es que me toquen las piernas o las nalgas y otra muy diferente es que me besen la mano>>)

—Ajá, necesito que me digas que vas a pedir —rodé los ojos fingiendo poco interés, apretando mi pluma entre mis dedos.

—Que gruñón, me encanta. Sólo tráeme una cerveza light.

—Claro, enseguida —me di la vuelta rápido y fui a buscar la dichosa bebida de ese sujeto mientras intentaba calmarme. No era novedad que alguien me lanzara piropos o me invitara a salir pero lo que me había pasado esa noche si que fue extraño. Normalmente me invitaban a cenar o al cine, me contaban de sus vida y sus grandes hazañas económicas y el resultado era el mismo: me encogía de hombros sonriendo y respondía que ya tenía novio,era heterosexual o asexual, tenía SIDA o cualquier cosa que se me ocurriera y fuera necesaria para alejar a esos idiotas de mi.

Sin embargo, ese chico extraño era diferente. Algo tuvo que haber provocado en mi, por supuesto, sino no me hubiera tomado la molestia de preparar la cerveza yo mismo para asegurarme de que fuera perfecta.

—Ya está lista —regresé en menos de cinco minutos con un enorme vaso transparente lleno de cerveza—¿Necesitas algo más?

—En realidad si, necesito tú número.

—¡Que no! —suspiré fastidiado, dispuesto a irme a la cocina y robar un vaso de vodka. Pero claro, la conversación no iba a acabar ahí.

—No te estoy pidiendo gran cosa —ese sujeto seguía sonriendo. Apuesto a que si le hubiera dado una bofetada, lo hubiera empujado o le hubiera disparado, seguiría sonriéndome.

—¿No es gran cosa? ¿Entonces para que me lo pides? —Ya sé, muy orgulloso para no dar mi número y al mismo tiempo ofenderme si alguien decía que no era gran cosa.

—Porque quiero, porque puedo, porque me apetece y sobre todo porque me llamaste la atención —se encogió de hombros y yo sentía que iba a explotar en cualquier momento; era increíble como ponía tanto empeño pero parecía despreocupado.

—Eso no es motivo suficiente para que te dé mi teléfono.

—Por favor, solo quiero eso, no te molesto más si me lo das —puso una expresión graciosamente ridícula de perro regañado y no pude evitar reír. Ciertamente, había algo en especial en él.

Al fin y al cabo, si me secuestraban nadie me iba a extrañar, si abusaban de mi y me mataban al menos no iba a morir virgen.

—Está bien, toma esto y si de verdad te importa guardalo bien —añadí mi número en la hoja que use para anotar su pedido y se la entregué.

—Muchas gracias, te llamaré más tarde, Baekhyun —nuevamentevamente me quedé con la mano congelada en el aire y los ojos abiertos al máximo: iba a gritar para pedir ayuda pensando que si era un acosador serial que sabía dónde vivía, a qué hora me bañaba y el color de mi ropa interior, pero luego me di cuenta que estaba mirando mi gafete con mi nombre escrito.

—¿A dónde rayos vas? ¿No vas a tomarte eso? —pregunté al ver que dejaba unos billetes en la mesa y se levantaba de esta

—Nop, solo entré aquí y la pedí para hablar contigo y tener tu número —me sonrió agitando el trozo de papel en su mano— Tómalo como un regalo para ti, bonito.

Lanzandome un beso y dándose la media vuelta, desapareció de mi vista.

—¿Qué carajo?

Obviamente habia visto salidas más elegantes y poderosas, pero ninguna me había dejado tan impresionado, ni con tantos deseos de volver a esa persona, como ahora. Tomé el vaso de cerveza intacto y lo miré por un momento, sonriendo de nuevo mientras negaba con la cabeza.

Madly BrokenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora