Espejismo

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Cuando estábamos a una calle de llegar al lugar donde estacionamos el auto, mis manos ya vacías comenzaron a temblar levemente igual que todo mi cuerpo. Pensé que hacía frío, sin embargo toda la gente alrededor llevaba ropa ligera, después de todo era una noche cálida. Era extraño sentir ese escalofrío y al mismo tiempo el sudor en mis manos y frente.

Chanyeol miraba distraído los puestos callejeros de comida. Probablemente tenía hambre todavía, sin querer admitirlo en voz alta. Sinceramente no se podía hacer mucho, más que llegar a casa y comer un poco de ramen instantáneo como era nuestra costumbre.

No había notado la gran cantidad de gente que había, todos me estaban robando el aire que necesitaba para respirar y seguir vivo, mis pulmones intentaban obtener algo del oxígeno a través de mi respiración agitada. Odiaba sentirme así, me preguntaba cuánto iba a aguantar antes de desmayarme, si iba a morir o viviría y repetiría ese condenado ciclo de crisis una y otra vez durante toda mi existencia.

Pero entonces todo quedó en silencio, el mundo apresurado y ansioso en el que me encontraba dejó de moverse, las luces de neón se apagaron dejando sólo la de una farola de la calle. Inmediatamente supe que era una señal, él estaba ahí.

Él estaba ahí, frente a mí, sonriéndome dulcemente. Y necesitaba alcanzarlo, no podía dejarlo ir o el mundo volvería a su ritmo normal y lo perdería.

—Ahí está, ahí está —murmuré con miedo de que al anunciarlo demasiado fuerte se asustara y se fuera, como una mariposa frágil que huye apenas acercas tu mano a ella.

—¿De qué hablas, Baek?

—¿No lo ves? Papá está ahí —señalé el lugar de dónde él se mantenía de pie, sin moverse un centímetro.

—¿Estás bien? —me miró preocupado, y al estar yo en mi ensoñación, no me di cuenta que también lo hacía con repulsión —Baek, basta, estás asustandome

Una burbuja fue pinchada con el dedo, se rompió y yo caí de vuelta al mundo de siempre. Las luces externas se volvieron a encender sin cambiar en nada la oscuridad de mi mente, el ruido volvió a ensordecer mis oídos pero era apenas un zumbido comparado con el ruido del pensamiento.

Mi respiración volvió a acelerarse un poco, después de todo había corrido una maratón para abandonar mi santuario imaginario y regresar a las calles, dónde un Chanyeol pálido tenía los ojos fijos en mí.

—¿Q-qué? No ha pasado nada... No, nada.

—Dios mío, que susto me has dado—suspiró aliviado, recuperando el color— No vuelvas a hacer ese tipo de bromas, Baekhyun

—Lo siento, no sabía que te asustaría tanto —sonreí nervioso, mirando a mi alrededor en caso de que algo más apareciera.

—Vamos a casa, creo que fue mucha azúcar para ti por hoy.

—Si, la próxima vez pediré un batido más pequeño.

Distraído y torpe, subí al coche, esta vez a la parte de atrás con la excusa de que necesitaba descansar para bajar el azúcar de mi organismo. Chanyeol me sonrió cariñosamente y encendió la radio, dejando una balada suave, que lejos de tranquilizarme como él decía, me alteraba los nervios.

Guíame
Sí, al lugar que vives, llévame contigo
Oh, te seguiré incluso si es el fin del mundo
Por favor, no salgas de mi vista, no desaparezcas incluso cuando la mañana llegue
Tu paseo es el paseo con el que soñé, tú eres mi única mariposa hermosa


Dime el camino correcto, dame fuerzas para seguir viviendo, padre. Ayúdame a vivir bien, sólo quiero sentirme bien.

Madly BrokenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora