𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐕𝐈𝐈

1.4K 209 52
                                    


Capítulo siete

Artemisa

—Llegas tarde—Atenea expresó con un atisbo de molestia hacia la recién llegada diosa Artemisa.

—Lo siento—se acercó hasta ella mientras sus pasos resonaban gracias a las hojas secas y ramitas que pisaba en el suelo.—Pero traje esto.

Su hermana le lanzó una liebre que muy a penas pudo tomarla sin que cayera. Sus reflejos no eran de lo mejor, a comparación de ella.

—Lástima, era hermosa.

—¿Lastima? Lastima por mi. Me tomó años cazarla.

—No exageres, por Zeus—Atenea rodó los ojos ante la frase de su hermana. La liebre que cazó ciertamente era bella, no solían verse muchas parecidas por los bosques de Grecia, parecía que justo el pequeño animalito se les había enviado para su cometido de ese día. —¿Estás lista?

La diosa de la caza suspiró—Hagámoslo.

Ambas diosas subieron a sus caballos ágilmente para después comenzar a andar. El camino era relativamente largo, es por eso que Atenea había sido bastante consistente en la hora acordada, la cual sería antes del amanecer. Sin embargo, su hermana había llegado poco tiempo después de lo planeado por lo que el sol ya comenzaba a dar sus indicios de salir por detrás de las enormes montañas a lo lejos.

—Todo sería más fácil si Apolo estuviera allá—expresó Artemisa.

—Ya lo sé hermana, pero sabes que no es su temporada—suspiró.

Entre ellas no había otro ruido más que el pisar de los caballos contra el irregular suelo.

—A qué por ti te hacía la consulta en su casa—dijo en tono pícaro, a lo que su hermana solo puso los ojos en blanco.

—Supéralo Misa.

—Ya. Que no tiene nada de malo—rio.

—Sabes que no. Además, no lo sé creo que se tiene algo con mi hermano.

—¿Cual de todos?—preguntó con cierto tono de obviedad, pues su padre tenía hijos por todos lados, no obstante tenía una ligera idea de quien.—¡No digas que con Louis!

Atenea río—El mismo.

—¡Por Zeus que es un coqueto!—soltó una risa.

—Me apena, jamás le hará caso.

—Ya después hallará alguien. Todas lo aman.

—Ni como negarlo.

—No creí que el camino fuera tan largo—se quejó Artemisa cambianto el tema.

—Y aún falta mucho más.

—¿Qué?

—No puedo creer que jamás hayas ido con el oráculo. Es básico.

—Bueno yo...—hizo una pausa para pensar mientras se ajustaba mejor a su cuerpo el carcaj lleno de flechas a su espalda.—Supongo que no quisiera enterarme de mi futuro y ya.

—El futuro es misterioso, y aterra pensar que es algo desconocido. Pero eso es lo divertido de la vida, no saber que pasará al día siguiente.

—Alguien se puso poética—expresó con diversión a lo que su hermana rio ligeramente negando con la cabeza.

El resto del viaje pasó entre pláticas de miles de temas, hasta períodos silenciosos en donde Atenea se concentraba en recordar con exactitud el camino.

Laurel || l.s.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora