𝑪𝑨𝑷𝑰́𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑿𝑰𝑽

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Capítulo catorce

Dionisio

La encandilante luz del día pegandole de lleno a la cara le hizo despertar.

Al abrir por completo los ojos, se topó con la primera imagen del día, Harry.

Su cara se hallaba a pocos centímetros de la suya recostado de su lado izquierdo. Su rostro estaba insualmente pálido, pues sus características mejillas rosadas estaban sin color, sus labios se hallaban ligeramente entre abiertos, su nariz respingada y simplemente denotaba paz al dormir. Le pareció de lo más hermoso y ciertamente no se quejaría si todos los días al despertar se hallara con esa imagen.

Soltó una risita irónica al recordar los sucesos de la noche anterior. Todo había sido un completo caos, más para ambos chicos claro está. Si el día de ayer en la mañana le hubieran dicho que su plan terminaría fallando de aquella manera, se burlaría tajantemente. Pero ya estaba, había pasado.

Tratando de hacer el menor ruido posible y no hacer mucho movimiento en la cama para no despertar al rizado a su lado, se incorporó lentamente hasta finalmente aterrizar en el suelo.

Dio un vistazo a todo el desorden que se hallaba hecho su habitación y después soltó un suspiro.

Sería de mala educación pedirle a Harry que el se encargara de limpiar, pues suficiente había tenido por haberle causado aquel desastroso episodio con el alcohol, ya que todo había sido su culpa como para tan solo obligarle a que ahora él recogiera los platos rotos. Podría ser un idiota pero no a ese punto.

Ahora se sentía culpable.

No pasó mucho cuando se dispuso a recoger lo más evidente del desastre torpemente, no estaba acostumbrado a limpiar y eso se hacía notar, pues tan solo se dedicó a lanzar cualquier indicio de botellas y demás por su balcón hacia las plantas.

Estaba seguro que nadie las encontraría ahí.

Siguió recogiendo hasta que sus aposentos tenían un mejor aspecto, y se viera decentemente limpio. Después traería a alguien que se encargara de todo.

Luego de cambiarse completamente por ropas limpias del día salió de su habitación en dirección a las cocinas por el desayuno. Por lo general Harry siempre se encargaba de dejarle su primera comida del día al lado de su cama al despertar, sin embargo, no se quejaría en absoluto pues este día sería diferente. Sinceramente sentía como tenía que hacer todo lo que estuviera en sus manos para enmendar un estupido error.

Sabía que una vez que el chico despera se toparía con una tremenda resaca de los mil demonios que no podría soportar, por lo que al menos tenía que cuidar de él. Esta vez era diferente, pues extrañamente la persona le importaba.

No pasó mucho cuando su caminata dio fin y se adentró a la cocina en donde se dedicó a responder leves saludos por parte de los cocineros y demás personas, hasta dedicarse a comer rápidamente lo primero que se le entregó en uno de los comedores no principales, en donde generalmente se llevaban a cabo comidas sin índole real o por motivos de festejo.

Una vez terminó su merienda pidió una ración extra para dársela a Harry y se dispuso a regresar hacia su dormitorio haciendo el mayor intento de no tropezar con la bandeja. A veces podía llegar a ser muy torpe. Al entrar a este se topó con la imagen del chico recién tratando de despertar tallando sus ojitos con las manos echas un puño.

—Buenos días—saludó louis en tono ligeramente sarcástico, pues de buenos no se le veían nada para él.

—Hola—saludó tímidamente con su voz ligeramente un poco más ronca de lo normal debido a recién estar despertando, mientras tallaba su rostro con sus manos y pasaba a incorporarse un poco quedando sentado con su espalda recargada en el dosel de la cama.

Laurel || l.s.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora