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Capítulo trece

Harry

Los días se dedicaban a seguir pasando en su ritmo normal. Después de la fiesta de cumpleaños de la diosa Atenea nada muy interesante había ocurrido en la vida de Louis, tan solo sus típicas actividades que cada semana se dedicaba a tomar con sus miles de profesores particulares con los cuales nunca lograba aprender nada.

—¿Estás seguro de que es lo mejor?—preguntó Louis viendo con algo de duda hacia el producto en sus manos, además de que trataba de analizar el rostro del vendedor frente a él para que le estuviera diciendo nada más que la verdad.

Pero para ser honestos, en el mercado negro nunca sabías quien te estafaría y quien sería sincero contigo. No tenía ninguna garantía.

—Por su puesto mi señor, no hallará mejor.

Louis observó la pequeña vasija llena de aquel líquido rojo en sus manos pensativo una vez más antes de tomar su decisión.

—Es lo mejor de Grecia no lo dude—insistió el vendedor.

—Está bien—suspiró el chico castaño en rendición.—Necesitaré tres litros.

—En un segundo.

El ambicioso señor se alejó presuroso unos metros del pequeño puestito para después regresar con dos grandes botellas de cristal la cual se las entregó.

—Si esto no es así de bueno como tu dices haré que Zeus te cuelgue—advirtió severo y lanzó el pequeño costal de tela lleno de monedas como pago hacia el señor, el cual ágilmente lo atrapó en el aire.

—Ni lo dude—el hombre hizo una leve reverencia y con esto Louis abandonó el lugar colocandose la capucha de la túnica menos elegante que pudo encontrar dentro de su guardarropa, para poder pasar desapercibido. Pues lo que menos quería era ser encontrado justo en aquel momento de su compra ilegal, por lo que pronto y con la mirada gacha se dedicó a mezclarse con la tanta gente que había ese día hasta por fin llegar a su destino de siempre.

Tenía un plan.

Un ambicioso plan con Harry. Decían que los niños y los borrachos siempre decían la verdad. Pues aquel día estaba a punto de descubrirlo.

Luego de la grandiosa y enorme fiesta de cumpleaños de Atenea básicamente se había armado un desastroso desorden entre muchos de los dioses y semidioses gracias a las catastróficas cantidades de vino que se bebió aquella noche, por lo que su padre en un arrebato de ira y autoridad decidió prohibir tal bebida alcohólica en El Monte Olimpo hasta nuevo aviso.

Pero por supuesto que Louis  no haría caso a semejante petición. Al no encontrar ni siquiera una gota de vino en el palacio decidió tomar las medidas drásticas de ir a conseguirlo a el mercado de la ciudad. Aquel señor se jactaba de tener el mejor vino de toda Grecia, que con las primeras gotas de alcohol ya estarías tambaleando. Sin embargo, a decir verdad no le creía lo suficientemente bueno al menos no para un Dios como Louis.

Al final de cuentas sería para su mortal.

Es por eso que aquella noche cuando las estrellas ya estaban en su máximo punto y la luna adornaba el cielo con su hermoso brillo tenía todo planeado.

Harry vendría en aproximadamente algunos minutos a dejarle sus sábanas junto con su ropa limpia como todos los días, sería en aquel momento en donde sacaría cualquier estupida excusa para que se quedara un rato y así poder emborracharle.

Luego de dejarle como un tonto parado en la fiesta de atenea se prometió a si mismo que aquello no iba a quedarse así como así.

Oh no.

Laurel || l.s.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora