Capítulo 6

73 7 0
                                    

Faltaban pocos minutos para que la gente comenzara a llegar. Rachel se movía nerviosa de un lado a otro ultimando detalles. Se acercó a una de las mesas y recolocó por décima vez las bandejas de canapés que el servicio de catering había preparado.

  April y Matthew se escondieron tras un expositor con un par de libros que habían cogido de una de las secciones de terror. Tumbados en el suelo para que nadie los viera, pasaban las hojas con rapidez en busca de ilustraciones sobre vampiros y hombres lobo, pero las que encontraban en aquellas páginas se asemejaban más a una caricatura que a una imagen real. Con las manos en la boca ahogaban sus risas.

  —No se parecen en nada a nosotros —comentó Matthew entre susurros, mientras señalaba la ilustración de un hombre lobo con una enorme joroba, erguido sobre las patas traseras.

  April puso cara de asco al ver la espuma y las babas que le habían dibujado alrededor de la boca al licántropo. Pasó otra página y apareció la pintura de un vampiro.

  —¿Te imaginas a William con esta pinta? —susurró, apuntando con el dedo a un Drácula engominado, de colmillos puntiagudos que, aferrado a una larga capa de color negro y rojo, envolvía con sus brazos a una chica semidesnuda y desmayada.

  Matthew asintió, y los dos niños comenzaron a desternillarse de risa.
Keyla apareció como una sombra siniestra junto a ellos y les quitó el libro de las manos, dándoles un susto de muerte.

  —Si no os portáis bien, tendré que llevaros a casa, y me enfadaré mucho si me pierdo la fiesta por vuestra culpa —dijo con el ceño fruncido. Los niños asintieron, tomando muy en serio sus amenazas, y desparecieron corriendo bajo su mirada divertida—. ¡Pequeños diablillos!

  Shane y su padre se habían retirado a un rincón, cerca de la trastienda que también hacía las veces de despacho. Hablaban en voz baja y, por sus caras, parecían discutir. Últimamente era algo que hacían a menudo. Shane seguía empeñado en formar parte de los Cazadores. Aquel grupo de hombres-lobo tenía un auténtico cometido, proteger y velar por todos aquellos que respetaban el pacto y vivían de acuerdo a sus leyes, luchando contra los que lo amenazaban: los renegados. Shane deseaba más que nada esa vida. No estaba hecho para lo que su padre esperaba de él. «Hay muchas formas de ayudar a la manada, Shane, sin que tengas que acabar muerto», le repetía continuamente. Y él lo sabía, pero no quería un despacho en un bufete de licántropos. Quería luchar, acabar con aquellos asesinos que los amenazaban sin tregua, allí era donde de verdad sería útil. Y si moría, tampoco habría diferencia, ya estaba muerto viviendo aquella vida de mentira que no soportaba.

  Daniel los observaba con disimulo.

  —¿Qué ocurre con esos dos? —preguntó Rachel a su marido y le entregó un par de botellas de vino para que las descorchara.
—Es por los Cazadores, Jerome se niega a que el chico vaya con ellos —comentó en voz baja mientras sacaba uno de los corchos.

  —¿Y tú qué opinas?

  Daniel se quedó pensando un momento.

  —Es un trabajo peligroso, sin embargo Shane ya no es un niño. Yo le dejaría escoger su camino, pero es su padre quien debe tomar la decisión de dejarle marchar, y no yo —confesó con un suspiro.

  —Eres un buen hombre y te quiero por eso —susurró Rachel, depositando un rápido beso en sus labios—. Pero esta vez tu hermano se equivoca, y alguien debería decírselo antes de que este tema los distancie.

  Daniel movió la cabeza mientras sacaba el segundo corcho, y se dijo a sí mismo que hablaría con Jerome más tarde. Miró su reloj, preguntándose dónde diantres se habría metido William. En ese momento el vampiro entró en la librería, impecable con unos vaqueros oscuros y una camisa azul claro bajo una americana de color negro. Daniel soltó un suspiro de alivio cuando vio a sus hijos entrando tras él, vestían de forma similar, sin ningún atuendo extraño que llamara la atención. Un problema menos, ahora solo debían comportarse.

Pacto de Sangre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora