Capítulo 14

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William y Shane se pusieron en marcha en cuanto amaneció. En menos de una hora habían realizado todos los encargos de la familia: los focos para el coche de Carter, unos marca páginas que Rachel había encargado para obsequiar a los clientes, y un par de caprichos para Jerome.

—Si mi hermana se entera de esto, puedo darme por muerto —dijo Shane mientras cargaba dos cajas de costillas en el maletero.

—Yo no se lo voy a decir —señaló William, divertido por el comentario.

—No hará falta, tiene un sentido especial para darse cuenta de cuándo se la estamos jugando —comentó a modo de reproche—. ¿Sabías que ha solicitado un puesto en el hospital de Heaven Falls?

—No me ha dicho nada —dijo William mientras subía al coche.

—Está a punto de terminar su contrato en el hospital de Concord y quiere trabajar en el pueblo para estar más tiempo con nosotros. ¡Lo que me faltaba! —susurró bastante molesto. Se abrochó el cinturón y se acomodó en el asiento intentando encajar sus largas piernas bajo el salpicadero.

—¡Venga, seguro que no es tan mala! —replicó William, dejando escapar una carcajada ante la expresión malhumorada de Shane.

Keyla era una chica con mucho carácter, tanto que podía resultar intimidante. Pero sin él, le hubiera resultado casi imposible haber logrado que su familia continuara adelante tras la muerte de su madre. Ella había tenido que ocuparse de todo, sacando tiempo de donde no lo tenía para poder estudiar y cuidarlos a todos.

—Pues toda tuya, y estoy seguro de que a ella no le importaría nada —masculló Shane.

—¿Por qué has dicho eso? —preguntó el vampiro con un ligero tono de sospecha. Había un trasfondo en sus palabras que no le gustaba.

Shane lo miró de lado y arqueó las cejas, sorprendido. Una sonrisa socarrona se dibujó en su cara.

—¿Me vas a decir que no te has dado cuenta?

—¿Cuenta de qué?

—¡Le gustas! Siempre está hablando de ti y los fines de semana apenas sale. Pasa todo el tiempo con nosotros, bueno… contigo —su voz reflejó una nota burlona.

—Eso no es cierto.

Shane sonrió confiadamente y arqueó una ceja.

—Sí lo es.

William se quedó callado, mirando fijamente la carretera con aprensión. Le había cogido mucho cariño a Keyla pero, a pesar de que era una mujer increíblemente hermosa, nunca había sentido hacia ella nada más que un amor fraterno. No quería que las cosas se estropearan entre ellos y, si Shane tenía razón, había muchas posibilidades de que eso ocurriera.

—¡Eh, no te preocupes, no pasa nada! —dijo Shane sin dejar de sonreír—. Conociéndola, solo serás un capricho pasajero.

—Tu hermana es una mujer estupenda, pero yo...
—No te justifiques conmigo. Si yo tuviera que elegir entre mi hermana y Kate, me quedaría con Kate.

William dejó caer la cabeza hacia atrás y suspiró.

—No tengo intención de dejar que Kate forme parte de mi vida. Ya te lo he dicho.

—Esa chica ya forma parte de tu vida, William —intervino Shane sin mucha paciencia—. Mira, yo no soy quién para darte consejos, pero no creo que haya nada malo en que seáis amigos, y tampoco creo que pase nada si al final acabáis siendo algo más. Es posible que funcione, fíjate en el vampiro que conociste anoche.

—Ya has visto cómo es mi vida, lo de anoche solo fue un indicio de la vorágine en la que estoy inmerso. Mi cabeza tiene precio, Shane. ¿Qué le estaría ofreciendo? ¿Un billete directo al infierno? Jamás volveré a mezclarme con humanos, al menos en ese sentido —sentenció William con una mirada de advertencia, dando por finalizado aquel tema. Atarse a nivel emocional con ella era absurdo. El problema era que ya lo estaba.

Pacto de Sangre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora