Capítulo 9: Brandy.

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.Más tarde.

Yelehen no estaba segura de que hora era. El sol que entraba por las ventanas, e iluminaban toda la oficina de Zach, le daban la idea de que ya era medio día.

Se recostó cómodamente contra el sillón blanco, Harlen estaba sentado a su lado, escuchándola: —Así que ese matrimonio es gracias a mí.

Frunció el ceño, parecía divertido mientras agitaba la copa de brandy en su mano.

—Qué curioso, un aerofóbico y una piloto unidos en matrimonio...—comentó— La historia sería más romántica si ella no lo hubiese drogado para subirse.

—Él ya estaba en el avión. Con una crisis de nervios y alborotando a todos. Ella le dio dos opciones, o se bajaba o se tomaba lo que le ofrecía. Zach tomó la decisión correcta. Mírelos, ahora tendrán sus felices por siempre.

—No parece el tipo de mujer que crea en ellos.

— ¿Por qué? ¿Las víboras no tenemos derecho a creer en los felices por siempre? –inclinó la cabeza observándolo, un mechón desordenado se salió de su moño, cayéndole sobre la mejilla.

Harlen hizo una mueca: —No quise decir eso...

— ¿Entonces qué quiso decir, señor Brooks?

La sorprendió cuando se inclinó un poco más cerca y enredó su dedo en el mechón caído. Creyó que lo acomodaría detrás de su oreja, pero solo jugueteó con el.

—Solo me da la sensación de que, ya sabe... Es quien se ríe de los finales felices y le dice a los otros que los reyes magos no existen —aquello la hizo reír, mucho— ¿Qué es tan divertido?

—Recordé cuando le dije a mis primos que los reyes magos no existían.

También sonrió levemente: —Me gusta su pelo, es tan largo...—Comentó, de la nada— entonces ¿Eso significa que cree en ellos o no? —Deslizó sus dedos hasta el final del mechón.

—Hubo un tiempo en que lo hice. Si. Cuando era más joven.

— ¿Y qué pasó?

—Un camión me pasó por encima, eso pasó.

Harlen dejo de jugar con su pelo, la miraba como si no entendiera porque ella sonreía de esa forma.

Solo África podría haber compartido su sonrisa irónica de ese momento, era la única que entendería la referencia hacia la muerte de sus padres.

Cuando se sintió incomoda bajo su escrutinio, decidió volver a hablar: — ¿Y usted? ¿Cree en los felices por siempre?

Yelehen ya se había terminado su vaso, así que estiró la mano y quito suavemente la copa de las manos de Harlen, sus dedos se rozaron.

—Sí, lo hago –Respondió sin dudarlo demasiado.

—aw, que adorable...—lo observó mientras tomaba un trago— buen gusto para vestirse, ama a sus hermanas y no es un hombre ambicioso detrás del puesto que quiero...—enumeró— ¿Está seguro de que no sale de un cuento de hadas, señor Brooks?

—Cuidado, señorita Walsreet. Casi suena a que me está halagando.

—Que Dios me libre.

Harlen se rio antes de volver a quitarle la copa de las manos, pero no tomó de inmediato.

—De verdad quiere ese puesto, eh...

—Lo quiero, sí. Y aún más, sé que me lo merezco. Adelante, puede llamarme obsesiva si lo desea, África ya lo hace.

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