Capítulo 32: Si el alma llora.

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.Al día siguiente.

Yelehen metió las manos en el tazón, buscando más palomitas, solo para encontrarlo vacío. Le dio una mala mirada a África sentada al lado suyo, no es como si ella le prestara atención de todas formas, mantenía su vista a delante, fija en el gran televisor.

—Te volviste a terminar todas las palomitas.

—No es mi culpa si comes al ritmo de un pajarito bebé –Contestó sin mirarla, su rostro brillaba con las sombras de la película— ¿Quieres que te lo de en la boca también?

—Si hubiera algo que dar...—Murmuró por lo bajo, entonces África quitó el tazón de sus manos y se levantó, atravesando el living y yendo directo hacia la isla de su cocina— voy a hacer más. De todas formas esto ya me aburrió, ya ni siquiera es una peli de romance, es una porno con romance.

Yelehen puso pausa: — ¿Qué tienes en contra de que lo hagan como conejos?

—!Es que ya me aburrió su ritmo! Además... ¿No se supone que son asesinos a sueldo? –Yelehen la observó desde el sillón— esperaba más acción.

—Ellos están teniendo acción, es más, han vaciado el cargador del arma muchas veces...

— ¿Ese comentario también es parte de tu nueva faceta? Oh, lo siento, cariño. Olvide que ahora también eres tan ninfómana como esas películas ¿Ofendí a tu nuevo colectivo?

—Sí, todas juntas vaciaremos cargadores en tu cara...—Le dio una mirada llena de intensión.

—Iu...—La miró con el tazón en la mano— iu, Yel. iu....

Para cuando África volvió a sentarse, Yelehen habló: —De todas formas...—Aprovechó para comer palomitas— nosotros no hemos estado haciéndolo, sabes... esta semana lo mantuvimos apto para todo público.

—Um...—África se había metido un puñado en la boca, parecía apurada por masticar y volver a hablar— ¿Por algo en particular? Creí que siempre había chispas entre ustedes.

—Las hay, no es que no las haya, las chispas siguen ahí, es solo que...

—¿Hum?

—Hemos estado hablando... más que nada.

—Aburridos –África rodeó los ojos.

—Pero ¿Qué pasa contigo? ¿Si lo hacemos como conejos somos aburridos y si no también?

—Lo siento, tienes razón. No sé qué me pasó ¿Cuál es el problema de lo que hablan?

—Que... sin darnos cuenta, terminamos en cosas serias y todo después se siente raro.

— ¿Raro cómo?

—Raro como demasiado íntimo.

La mirada que le dio África fue una especie de ¿enserio, bitch?

—Claro, porque tragarlo no fue lo suficientemente íntimo para ti ¿No?

— ¿Quieres dejar de recordarme eso? –Preguntó en un tono histérico.

—Jamás. Pero a lo que iba, es que... como que ya están en ese punto donde todo es íntimo ¿No?

Yelehen guardó silencio, recordando la cena.

—Me preguntó sobre los libros de Sherri...

— ¿Y? ¿Qué le dijiste?—se acercó más mientras preguntaba, como quien se inclina hacia la pantalla justo en la mejor parte de la película.

—La verdad.

La desconfianza en el rostro de África era clara.

— ¿Qué verdad, Yelehen? Yo sé que tu verdad es omitir partes.

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