Capítulo 22: Ovarios.

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.Por la noche.

.Harlen Brooks.

La arpía se creía graciosa.

Acababa de llegar a la dirección que Yelehen le indicó, y como ella había dicho que era un restaurante italiano, asumió que debía ir elegante, por lo que se puso uno de sus mejores trajes para la ocasión.

No lo era.

En teoría era un restaurante italiano, pero de barrio, ubicado justo en una esquina, entre edificios bajos.

Según Yelehen, ella ya estaba ahí, decidió creerle cuando vio su auto estacionado en la calle de enfrente. Mientras caminaba hacia la entrada, leyó las grabaciones en el vidrio del lugar: Restaurante, rosticería y bar, acompaño del número de delivery.

Entró con su traje de tres piezas sintiéndose de inmediato fuera de lugar, cualquiera que lo mirara, creería que era un idiota pretensioso.

La encontró sentada en una de las mesas contra los ventanales, también lo había visto y tenía una sonrisa maligna en su rostro.

Su enojo se vio apaciguado solo un poco cuando respiró los aromas del lugar, pizza y salsa casera, casi podía hacer un camino directo hacia la cocina solo guiado por el olor de las especias.

A medida que se iba acercando, vio como la arpía se había vestido. Lejos de sus vestidos y tacones altísimos, llevaba unos jeans oscuros, botas y un top blanco con hombros descubiertos. Su pelo estaba atado pero su coleta no era tan ajustada ni alta como usaba en la oficina, se veía casual, completamente natural.

Era una maldita.

Siguió de largo ignorándola, y fue directo a los baños. Una vez dentro, se quitó el saco, el chaleco y la corbata, incluso se dobló las mangas de la camisa. No iba a darle el gusto.

—Aburrido...—Dijo Yelehen cuando volvió y se sentó frente a ella, dejando los restos de su traje en la silla de al lado— quería reírme un poco más de como todos te miraban, preguntándose de que catálogo saliste.

—Muy graciosa, Yelehen. Gracias por no permitirme olvidar lo encantadora persona que eres.

—Vamos, no te quejes. Fue mi pequeña venganza por dejarme a medias el otro día –Apoyó sus codos sobre la mesa—. Ahora estamos a mano.

—Ya estábamos a mano –Mantuvo su tono serio— anoche en la galería...

—No, no –interrumpió— tenía que ser algo que solo yo disfrutara, para variar. Pero saliste entero del ridículo, tengo que reconocer eso ¿Te gusta el restaurante que elegí? –Sonrió inclinando la cabeza— es mi favorito.

—sí, claro...

—Enserio, Harlen, lo es.

Ella era una bruja. Y no, no lo decía de manera despectiva, realmente creía que había puesto algún hechizo sobre él, que lo obligaba a, cada vez que ella decía su nombre, prestarle por completo su atención.

— ¿Lo es? –Procuró sonar amable, después de todo, de verdad estaba intrigado.

—Si...—Se removió en la silla— la comida gourmet me pone incomoda. Por eso también insistí en invitarte, no nos conocemos tanto... estaba segura de que ibas a elegir un restaurante como el Forlant.

Si, lo había hecho.

—Mmm...—murmuró— no me esperaba eso, me dejé llevar por el estereotipo que recae sobre las chicas de Ivy Soul, que no aceptan comer en ningún restaurante fuera de la avenida principal.

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