Capítulo 26: El apagón.

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Sentada en la isla de la cocina, viéndolo preparar la cena, Yelehen escuchaba atenta sobre el día que la hermana de Harlen se casó a escondidas, pensó que él se veía bastante sexy, en especial cuando sonreía de esa forma tan trasparente, alejando cualquier expresión de seriedad. Llevaba una remera blanca y unos oscuros pantalones deportivos. Parecía tan relajado, y ella descubrió que se sentía igual, y eso que apenas era la segunda vez que estaba en su casa.

En sus treinta y dos años, nunca se había sentido así. Como si estuviera en una montaña rusa que no paraba de subir. Ahí estaba otra vez, compartiendo una cena con él, siendo íntimos, y ni siquiera podía empezar a explicar lo bien que la hacía sentir eso.

Tampoco quería hacerlo, África había dicho que no lo analizara, que disfrutara el momento. Y mierda... Harlen Brooks de verdad la hacía disfrutar.

— ¿No te enojaste al enterarte? Apenas había cumplido los veinte.

Se hundió de hombros: —Alexa y Rich habían estado saliendo desde los quince, ya estaba completamente integrado a la familia. Hicieron una visita rápida al civil, con lo cursi que son, yo hubiera pensado que harían todo un carnaval alrededor de su casamiento...—Contó distraído mientras cortaba las verduras.

Yelehen tamborileó los dedos sobre la isla de madera, imaginándose lo que el narraba: —Dios, no puedo imaginarme en una relación tan larga ¿aún siguen juntos? –Harlen asintió sin mirarla.

—Si...—Soltó una risa inesperada— de hecho, están planeando no tener hijos, hace poco tuvimos una charla familiar muy rara, sobre una posible vasectomía para mi cuñado –Yelehen se quedó mirándolo confundida, lo que lo hizo reír aún más— sí, me quede igual mientras escuchaba a mi madre discutir la decisión.

Se rio: —tu familia suena interesante ¿alguien más discutió la vasectomía?

—Nah...—Metía la bandeja en el horno— solo mi mamá, quiere tener nietos.

—¿y tú? –Preguntó mirándolo con curiosidad— ¿No quieres ser tío?

Harlen apoyó sus codos en la isla, inclinándose cerca de ella: —La verdad es que no he pensado en eso, pero de todas formas no importa, es decisión de ellos, no mia ¿no? –Preguntó distraídamente— ¿Vino? –Ofreció servirle una copa, pero Yelehen negó.

—No, tendré que conducir devuelta.

—Podrías pedir un auto...

—Vine en el mío –Contestó de inmediato, y cuando lo vio guardar la botella, dijo— Ey, tu eres libre de hacerlo.

—No sin ti.

—Oh, todo un caballero de brillante armadura –Se burló.

—Cuidado, otra vez suena como si me estuvieses halagando.

—Ya te gustaría eso...—Murmuró, siguiéndolo con la mirada, Harlen estaba rodeando la isla y parándose a su lado.

—Lo que me gustaría hacer ahora mismo... —Se inclinó cerca de ella, bajando su tono de voz— es pasar mis manos con olor a cebolla por tu cabello.

Yelehen logró saltar fuera de la silla antes de que le pusiera las manos encima: —Ni se te ocurra.

La sonrisa de Harlen se hizo más grande mientras se acercaba, Yelehen se alejó corriendo, dejando de nuevo la isla de la cocina entre ellos, estaba agradecida de haberse puesto unas zapatillas. Se evaluaron, Harlen jugó con ella amagando con ir hacia la izquierda o derecha, confundiéndola: —Harlen, juro que si me dejas olor a cebolla voy a vengarme.

Intentó sonar seria, pero una sonrisa se le escapó mientras lo decía, Harlen lucía como todo un depredador mirando a su presa, su sonrisa no era divertida como la de Yelehen, sino competitiva. Entonces él fue hacia la derecha, Yelehen logró correr lejos, hacia el otro extremo de la cocina, riéndose.

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