Corro. Mi respiración se agita, mis palpitaciones se aceleran. Mi piel húmeda por el sudor se eriza al hacer contacto con el frío húmedo de febrero. Está comenzando a lloviznar otra vez, ha estado así desde mitad de enero. Subo el volumen de mi reproductor y troto por el parque aprovechando que no hay nadie en mi camino. Solo algunos pocos que deben trabajar un sábado por la mañana. Me detengo a tomar aire y dejo que la lluvia me moje el rostro. Cierro los ojos y suspiro. Un muchacho corre junto a su perro, en busca de algún lugar para refugiarse de la lluvia. Son las siete a.m. Hace un mes que salgo a correr a esta misma hora, aprovechando que Bryanna sigue roncando (cosa que ella jamás admitirá) y que no hay gente en mi camino. Me pongo bajo un árbol y observo el día nublado. En mi mente se repite una y otra vez lo que pasó en la madrugada, pero me niego a creer que es cierto. Veo a dos niños correr despavoridos tomados de la mano de su madre. Ambos van con pilotos azules para la lluvia mientras ella sostiene un gran paraguas violeta con lunares blancos. Los niños ríen porque gracias a sus botas para la lluvia, pueden chapotear el agua con cada paso. Su madre los regaña porque se van a ensuciar, entonces llegan a la parada del autobús para luego subirse en él y perderse de mi vista. Trago saliva. No, Dylan, deja de alucinar. Subo más el volumen para callar mis pensamientos y continúo con mi rutina matutina. Acelero mi ritmo mientras observo el reloj de mi muñeca. Logan está por llegar al departamento, dijo que iba a echarle un vistazo a la gotera de la canilla de la cocina. Un día nos contó que su abuelo lo obligaba a observar cómo se arreglan las cosas en su casa. Al parecer es un señor bastante cascarrabias que no quiere tener a ningún extraño en su casa, husmeando cada rincón de su espacio. Logan también nos contó que es un señor bastante conspirativo, cree cualquier teoría y está seguro que las vacunas fueron creadas para implantarnos chips de rastreo.
Encuentro a Logan en la entrada del departamento, llamando al portero. Pierdes tu tiempo, Logan. Bryanna no sueña, entra en coma.
—Hola presidente —saludo quitando mis auriculares.
Él me responde con una sonrisa radiante. De verdad, con solo sonreír Logan logra calmar tu humor.
—Por el momento solo candidato.
Meto la llame en la puerta principal. Veo de reojo que lleva un ramo de flores amarillas. Me muerdo el lado interno de la mejilla. Espero que sean para Bryanna.
—Recuerda que el lunes doy un discurso.
—Jamás me perdería ese discurso... Además, yo lo escribí —respondo y abro la puerta para entrar.
Caminamos por el pasillo hacia las escaleras porque Bryanna no tuvo mejor idea que elegir el único edificio en la zona que todavía se maneja de esta manera —hay un ascensor, pero teniendo en cuenta la falta de mantenimiento de él, es más seguro ir por escaleras—. Según ella, es para hacer "un poco de ejercicio extra", yo solo agradezco que al menos haya tenido la consideración de elegir el departamento que está en segundo piso.
Logan se remueve incómodo mientras meto la llave en la puerta "2B". Sé que quiere darme el ramo de flores y estoy deseando que no lo haga. Trago saliva cuando veo que se tarda en decir algo.
—Entonces... —Aclara la garganta—. Vi este ramo de flores y creí que te iban a gustar —comenta encogiéndose de hombros.
No me gustan, pero Logan ha sido tan bueno conmigo.
—Gracias —es lo único que puedo decir para luego entrar al departamento y sostener la puerta y dejar que Logan entre.
Dejo mis cosas en el sillón mientras me pongo las pantuflas abrigadas que siempre tengo junto a la puerta. Logan también lo hace. Bryanna tiene una regla estricta de no caminar por la casa con los zapatos que estuvimos usando para la calle y cuando América le preguntó qué iba a pasar con las visitas, Bry al otro día apareció con un par de pantuflas para cada posible invitado (y por invitados me refiero a Delta, América y Logan, los únicos que vienen aquí). A Carlos y a Isaac ya no los veo, pero de vez en cuando escucho que me envían saludos o alguna discusión entre Amy y Delta por el tráfico atestado de novios (los fines de semana, al parecer, es donde coinciden los cuatro y es un desastre utilizar la cocina o el baño del departamento de las chicas).
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Mi problema para siempre #3
Romance[COMPLETA] Empezar desde cero no siempre es tan fácil y menos si llevas contigo una mochila repleta de recuerdos y un corazón hecho añicos. Dylan intentará empezar de nuevo, lejos del drama, los daga roja... y lejos de Nick, pero a veces el destino...