Capítulo 6

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Karen grita por tercera vez en la mañana. Mi horario de trabajo empezó hace dos horas y Karen no ha parado de rondar por las oficinas como si fuera un huracán a punto de destrozar todo. Al parecer, su cliente más importante acaba de tirar todo por la borda y ella ya no se hará cargo de representarlo. Corbin creía que Karen ya lo tenía, pero hubo cambios de último minuto y ahora el bufete pende de un hilo. Eso escuché decir a una de mis compañeras mientras todos observábamos cómo Karen comenzaba a explotar por primera vez. Su primera víctima fue el pobre muchacho de los recados que estuvo a punto de orinarse en sus pantalones.

—Dylan. Los papeles. Ahora —ordena tajante, pero no me eleva la voz, ni siquiera me mira.

Ha estado calmada conmigo, pero solo porque Corbin anda dando vueltas. Sé que en el primer segundo que él ponga un pie fuera de aquí, ella atacará de nuevo. Karen se detiene en seco en la marco de la puerta y voltea a verme. Su mirada filosa me analiza en silencio.

—Y tráeme café.

Suelto un suspiro cuando ella da un portazo y busco inmediatamente la carpeta con los papeles del cliente con el que tiene reunión en minutos. Me froto las sienes cuando no los encuentro. Mi compañera se apiada de mí y se pone a buscar conmigo.

Si tan sólo Karen Smith me diera tiempo a mantener mis cosas ordenadas... Pero no, la ex señora Smith no funciona así. Solo viene a mi escritorio, lanza una carpeta y me ordena veinte cosas a la vez.

El teléfono comienza a sonar y mi compañera me deja para poder atender. Me pongo a revisar entre los cajones.

¿Por qué los Smith decidieron archivar a sus clientes por número?, pienso mientras busco la carpeta con el número del cliente B51. ¿O era B15?, me pregunto mientras veo las dos etiquetas.

Si tan solo dividieran todo por color o algo parecido.

Resoplo.

Siempre fui mala para los números y mucho peor para recordarlos.

—Hola, ¿disculpa? ¿Alguien puede atenderme? —pregunta un hombre a mis espaldas.

Mi compañera sigue hablando por teléfono.

Otro cliente insoportable de Karen.

Suelto un suspiro y volteo. Hay un hombre de traje y camisa, ambos de color negro. Su cabello y sus ojos son del mismo tono, aunque estoy segura que son más castaño oscuro. Tiene las manos en los bolsillos y una pregunta en su rostro. Barba insípida pero prolija y una pequeña sonrisa curvando sus labios.

—Eh, sí, lo siento... —Aclaro la garganta y trato de sonreír amable—. Buen día, ¿qué se le ofrece?

Él se ajusta los gemelos dorados de sus puños y curva su ceja. Hay algo peligroso en su mirada, pero dado que he vivido demasiadas cosas peligrosas en un año, ignoro aquello que se pasa por mi mente.

—Vengo a ver a Karen Smith, ¿está? —pregunta apuntando con su pulgar la puerta de su oficina.

Desde que trabajo aquí no me he topado con este tipo, así que no puedo evitar sorprenderme cuando apunta hacia la oficina de Karen.

Trago saliva cuando sus ojos se fijan en mí, como si quisiera mirar mi alma o descubrir algo. Aclaro la garganta y esquivo su mirada.

—¿Tiene cita con ella? —pregunto sentándome frente a mi ordenador para ver las reuniones de Karen.

—Sí. —Mira su reloj costoso que probablemente sea de oro al igual que sus gemelos—. De hecho, llego un minuto tarde —añade entornando sus ojos hacia el reloj—. A Karen no le gustan los impuntuales.

Mi problema para siempre #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora