Capítulo 13

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La felicidad  es efímera, no es eterna, es un estado, le aseguraron. De todas formas, él podría asegurarle a cada ser humano que teniendo el corazón de un pequeño ángel, la felicidad se convertía en un estado sempiterno. — SIN TÍTULO. Nathaniel Proulx.

Mi alarma me despierta. Por primera vez después de un mes y medio de mal dormir. Estiro mi cuerpo sobre el colchón y suspiro satisfecha. Tampoco tuve pesadillas y luego de ese antojo a la madrugada, al parecer dormí como un bebé.

No digas la palabra bebé, ni siquiera pienses en ella.

Resoplo y me levanto de la cama para prepararme para otro día tedioso trabajando para Karen Smith.

Supongo que si fuera un trabajo que me gusta hacer, podría soportar trabajar para Karen, pienso mientras me baño.

Una vez que estoy lista, voy hacia la cocina en busca de comida. Me freno en seco cuando veo a Nicholas con ropa cómoda. Tiene una camiseta blanca toda manchada con pintura de colores y el cabello despeinado. Está descalzo. Pero no es el aspecto desaliñado de Nicholas lo que me llama la atención, sino la persona que está parada frente a él en el living. Lleva un pantalón engomado rojo y una blusa negra con mangas largas. También una chaqueta de cuero con tachas y labios del mismo color que el pantalón. Luce como una rockera gótica. Está maquillada, pero ni todo el maquillaje del mundo puede borrar el golpe que tiene en el pómulo izquierdo y el corte en su frente.

Mi cuerpo se tensa cuando la veo. Está conversando con Nicholas.

—Tú... —murmuro entre dientes.

Ambos voltean a verme. Avanzo hacia ellos.

—¿Qué hace ella aquí? —pregunto apretando mis puños.

Ella me mira. Abre la boca. La cierra y vuelve a mirar a Nicholas.

—No es lo que tú crees... —anuncia Nicholas como si adivinara lo que está pasando por mi cabeza.

Alessia hace una mueca.

Deseo sangre.

Deseo su sangre.

Quiero matarla.

—¡Hija de puta! —grito mientras me abalanzo hacia ella.

Alessia se aparta, pero logro golpearla. No con mis uñas. No con la mano abierta. Con los puños bien cerrados y dispuesta a partirle cada hueso de su estúpida cara.

—¡Mi amiga está muerta por tu culpa! —exclamo colérica.

Nicholas me rodea con su brazo para que no siga golpeándola. He golpeado su labio ya partido y ahora le sale sangre.

Te mereces mas por hija de puta.

—Suéltame —ordeno a Nicholas apretando los dientes y lo más fría que puedo.

Nicholas me suelta y sé que quiere que me calme.

—Yo no tuve nada que ver con eso —comenta Alessia limpiándose la sangre con un dedo.

—Nicholas, no quiero verla —suelto fría.

Nicholas hace una mueca. Sé que hay algo que quiere decirme, pero no puedo escucharlos a ninguno de los dos en estos momentos.

—Vino a hablar con nosotros, es sobre Vincent y los daga roja —me informa.

Frunzo el ceño y miro a ambos como si se hubieran vuelto locos.

—No quiero saber nada —declaro cruzándome de brazos porque si no lo hago golpearé a Alessia otra vez y ganas me sobran—. Cualquier palabra que salga de su boca me resulta repulsiva. —Miro Alessia con todo el desprecio que le tengo—. ¡Ojala te pudras en el infierno, puta desgraciada!

Mi problema para siempre #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora