Capítulo 32

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REPRODUCIR: Unsteady — X Ambassadors

Hoy es 1 de abril. Quedan seis días para mi cumpleaños, pero la verdad es que si antes me importaba poco cumplir años, ahora es peor. La simple idea de festejar algo cuando allá afuera nos acecha el peligro, me quita todo ánimo.

Hace un día que recibimos aquel espantoso mensaje de Vincent y Nicholas no se ha quedado quieto desde entonces. Hizo cientos de llamadas y con Isaac se han movido de un lado para el otro. Jamás los vi tan preocupados y moviéndose tan a contrarreloj.

Ahora estoy en el despacho de Nicholas, observando cómo se concentran en sus llamadas telefónicas.

Miro el escritorio donde está el colgante Petrov. La policía ya no necesita huellas porque ahora todo California está buscando al único responsable de las muertes: Vincent Gerber. Isaac cree que Francis lo quiere primero, tal vez porque es el único que puede dar evidencias sobre él y los movimientos turbios que hace con los daga roja, es por eso que Nicholas e Isaac no han parado estos dos días. Quieren encontrar primero a Vincent, ganarle ventaja a Francis Hoffman por primera vez en mucho tiempo.

Nicholas camina de un lado para el otro mientras habla por teléfono. Isaac también está llamando a los contactos de Pierre en la policía, personas de confianza que han seguido el rastro de Vincent y los daga roja todo este tiempo... Pero las ratas son escurridizas y tienen las alcantarillas para esconderse.

Observo el historial con los casos de las víctimas de Vincent y más allá de la conexión con la muerte de su hermana, no hay nada más. Y la única que queda para vengar la muerte de su hermano soy yo.

Nicholas corta la llamada y se sienta en el sillón reclinable, exhausto. Se frota el puente de la nariz y resopla. Cuando abre los ojos, su mirada queda clavada en el collar que tenía la cabeza de Alessia. Traga saliva y luego de soltar un extenso suspiro, lo toma. Camina hacia el cuadro con la fotografía de El bosque de piedra de Lena y lo mueve, dejando ver una caja fuerte oculta.

Frunzo el ceño, observando sus movimientos en silencio.

Él pone una combinación, son cuatro números que no distingo bien y abre la puerta. Dentro hay dinero y algo más, tal vez un arma o joyería de la familia. Mete el collar y luego cierra la puerta. Se vuelve a sentar en su silla y clava sus ojos en mí.

—Lo encontraremos —Pone una mano sobre la mía con cautela, como si no supiera qué movimientos hacer.

Me quedo mirando su mano, sintiendo un millón de sensaciones que al parecer estaban anestesiadas. Trago saliva y asiento.

—Lo sé.

Solo espero que no sea demasiado tarde.

Carraspeo cuando nos quedamos en silencio. Me mastico el labio inferior, no hemos podido hablar desde la noticia de la muerte de Alessia.

—Nicholas... —murmuro—. Lamento lo de Alessia.

Nicholas me dedica una sonrisa o al menos intenta sonreír. Sé que no ha dormido desde el mensaje de Vincent, yo tampoco he podido y ambos seguramente tengamos unos rostros espantosos.

—Ay Dylan Glennys... —Suspira. Hago una mueca cuando escucho mi segundo nombre—. Posiblemente seas el único ser humano que lamenta la muerte de la persona que le ha hecho mucho daño.

Pues desgraciadamente soy Santa Dylan.

Me encojo de hombros. Siento su mirada azul en mí.

—No soy nadie para decidir quién debe vivir y quién no.

Nicholas asiente y esta vez se esfuerza un poco más en sonreír.

Mi problema para siempre #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora