Yunho despertó con la agradable sensación de que sería un día bueno, maravilloso, estupendo.
Se levantó de la cama de un salto tomó su ropa previamente arreglada y se metió en el baño antes de que su madre o hermanas lo ocuparan, tenía prisa por salir de la casa. Usó más jabón del que acostumbraba, casi se acaba su loción y terminó lavándose el cabello otra vez porque el estilo que le había dejado el gel no le convenció. Al final, su hermana se apiadó de él y le peinó con la secadora, Yunho le pagó con un beso y un gracias gritado mientras baja las escaleras.
Aún quedaba tiempo para llegar y no quería arruinar su imagen con una gota de sudor así que se relajó, era una linda mañana y la ciudad estaba casi vacía, las tiendas comenzaban a abrir y entre ellas una florería, Yunho no era una persona de plantas y mucho menos de flores, pero si el enamoramiento lo hacía actuar de forma extraña quién era él para negarlo.
Su idea cambió cuando se vio rodeado de mil flores diferentes ¿Cuál le gustaría? No tenía ni idea, llevaban un escaso mes saliendo, y con trabajos se habían visto unas diez veces porque la temporada de fútbol estaba por iniciar y el entrenador triplicó las horas de práctica. De todas formas, recordaba una vaga conversación sobre las rosas y lo cursis que eran así que quedaron inmediatamente descartadas, Yunho no quería pensar demasiado en los significados de las flores, sólo quería un detalle lindo y fuera de lo común, para un tipo lindo y fuera de lo común. En un rincón encontró unos girasoles de tallo lo bastante largo como para parecer un bastón y no lo pensó dos veces, tomó el más grande y fue a pagar. La encargada, una mujer mayor y de sonrisa amable, lo envolvió en un papel de corazones y un lazo rojo, y era la cosa más ridículamente cursi que Yunho compró alguna vez.
Después de perder el tiempo en la florería caminó más a prisa, el parque donde acordaron verse estaba a la vuelta de la esquina, pero quería ser el primero en llegar así que corrió un par de pasos hasta que escuchó un silbido. Fue como estar en un deja vú, había escuchado la armónica antes de verlo y aun así ya la había parecido interesante, Yunho no se consideraba un conocedor musical, sin embargo, conocía muy pocas personas que tocaran la armónica y eso ya fue suficiente para gustarle aun antes de verlo.
Sentado en el columpio, con su cabello revuelto y sus ojos cerrados, Mingi era casi una obra de arte. Yunho se quedó de pie a lo lejos, con temor a interrumpirlo, las canciones que Mingi tocaba eran totalmente desconocidas para Yunho, que sospechaba que eran de la propia autoría del otro.
Mingi terminó poco después y abrió los ojos como quien despierta de una larga siesta, fue el momento que Yunho aprovechó para acercarse, se dedicaron una sonrisa, Yunho extendió el girasol y fue recibido con un gritito emocionado que causó una carcajada en el mayor.
¿Te gustó?
Sí, es como tú.
Qué curioso, a mí me recordó a ti.
Pasaron unos minutos en los columpios, Mingi le pidió a Yunho que le empujara muy alto mientras se deshacía en risas. Para decepción de ambos era momento de irse, aunque se verían más tarde en el partido de Yunho, ninguno quería despedirse todavía, pasado el partido tendrían poco tiempo para estar a solas, si ganaban, el equipo pasaría todo el fin de semana en una fiesta y si perdían el entrenador los haría entrenar día y noche.
Llegaron juntos al campo y se separaron en la entrada, Mingi iría a las gradas, con sus amigos y Yunho a los vestidores. Cuando el entrenador empezó su sermón, Yunho dejó de escucharlo para pensar en Mingi, con el jersey de su equipo, las mejillas pintadas con los colores y el cartel que le había hecho (Mingi le mandó una foto la noche anterior). Sus compañeros formaron un círculo y pusieron una mano en el centro, al grito de Kings, tomaron sus cascos y salieron al campo.
A lo lejos, Yunho escuchó el particular silbido de la armónica, dos notas largas que aún no sabía qué significaban, sin embargo, sí sabía que con eso Mingi le deseaba suerte. Sonrió. No podía verlo entre la multitud y su mente ya estaba preparándose para las jugadas así que no podía permitirse ninguna distracción, ni siquiera Mingi.
Su participación en el campo se reducía a dos cosas: recibir el balón y correr como si su vida dependiera de ello, que lo hacía, su vida, su futuro... todo se definiría en el primer juego de temporada. Pero Yunho estaba convencido de que aquel era un buen día y la suerte estaba de su lado. El medio tiempo llegó y los Kings estaban a la delantera por diez puntos, el balón caía en sus manos como si estuviera hechizado y sus piernas no estaban siquiera cansadas, el entrenador estaba más que contento, pero les recordó que no debían bajar la guardia.
Cuando entraron al campo la segunda vez, Yunho se dio el tiempo de buscar a Mingi, su cartel verde neón, con letras azules y brillantina blanca, era visible en medio de las gradas, los reflectores brillaban sobre las letras y Mingi saltaba en su lugar gritando su nombre, Yunho le mandó un beso antes de ponerse el casco. El menor lo atrapó como si también fuera jugador.
Fueron jugadas por tierra, Yunho no tendría que hacer mucho hasta las últimas jugadas, donde mandaban un pase de treinta yardas, prácticamente tenían el juego ganado, la defense hacía retroceder al equipo contrario casi tan rápido como entraban. Quedaban doce segundos en el reloj lo que les daba el tiempo perfecto para dos jugadas más, una para avanzar a zona de anotación y otra para el pase de la victoria. El equipo contrario estaba claramente furioso, devastado por tan amplia ventaja en el puntaje y estaban desesperados por arrebatarles el balón, aunque fuera un recurso sucio y antideportivo.
Namjoon, su quarterback, dio la orden de una jugada de trampa, Jongho, tendría que tomar el balón y lanzarlo para que Yunho lo atrapara en cuanto estuviera en la zona, no habría más problema, ni siquiera tendría que pasar entre la línea, los huecos se cerrarían, Hoseok ocupaba la guardia por la que debía pasar y confiaba ciegamente en que no dejaría que lo tocaran. Los primeros tres segundos pasaron sin problema, Yunho tenía la vista fija en la zona y justo cuando tenía que voltear para atrapar el balón un golpe en sus piernas lo lanzó por el aire, apenas tuvo tiempo para quitar sus brazos, pero el casco había dado de lleno contra el césped, su visión se nubló y no escuchó nada más después del silbato, solo deseaba despertar a tiempo para celebrar la victoria.
Sus ojos se abrieron, pero no vio las paredes azules de los vestidores, estaba en su habitación con la puerta cerrada. La cabeza le dolía donde se había golpeado, pero no fue por el golpe del jugador sino porque se había caído de la cama. El celular estaba en la mesita de noche, el reloj marcaba seis con catorce de la mañana. Se incorporó despacio, con la realidad golpeándole más duro que la caída. Todo había sido un sueño. El juego, su cita... Mingi.
Yunho no era jugador de los Kings, no había comprado un girasol para su novio, y lo peor, Mingi no era su novio. Era el último día de escuela y no había hecho ninguna de esas cosas, era un chico común y corriente, sin amigos y enamorado del receptor de los Kings, Song Mingi.
Yunho se tumbó en la cama y sacó del cajón en su mesita de noche su armónica, tocó unas notas un tato tristes y se metió en la ducha, aquel, no sería un día agradable.
Se vale soñar... V:
Este no era el capítulo que seguía, pero estaba de humor para un YunGi soft aunque salió esto...Ojalá les guste, voten pls :)
I'm so happy.
Love, K.
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✧BETWEEN THE LIPS✧
Fanfiction~Deja de tentar mi inocencia con palabras dulces y obvias~ Historias cortas. Sin sentido en su mayoría. ☞Monsta X ☞Ateez ☞Seventeen ☞Got7 ☞Stray Kids