✧BETWEEN THE LIPS✧

MEANIE

Mingyu se mordió el labio tan fuerte que casi se lo arranca. Sudaba frío y se paseaba de un lado a otro con desesperación. Tenía tantas ganas de hacer del baño y llevaba al menos quince minutos esperando a que aquel chico y sus dos niños desocuparan los únicos dos cubículos del baño. Uno de los niños había empezado a cantar y Mingyu (culpaba a su mamá por esos métodos estúpidos de control de esfínter) casi se tira a llorar porque sus padres acostumbraban a cantarle de niño para que fuera al baño y aún de adulto, no podía deshacerse de aquel método, incluso él mismo se cantaba a veces cuando iba a la baño sin que se diera cuenta.

No podía creer la estupidez de los arquitectos o quién fuera que había construido un cine con capacidad para trescientas personas y solo hubiese puesto dos baños. Aunque bien podría correr al otro baño, dudaba ser capaz de aguantar tanto considerando que estaban del otro lado del centro comercial. Por un momento consideró orinar en la maceta decorativa pero tampoco sería tan desvergonzado.

Listo, Seokie.

El cubículo ocupado por el chico y uno de los niños (el que no estaba cantando) por fin se desocupó y tan pronto como Mingyu se dio cuenta entró. El muchacho miró con molestia cómo casi atropella al niño y tal vez susurró algunas groserías, sin que Mingyu se diera cuenta, concentrado en no mojar sus pantalones.

Qué grosero. Tío Woo, nunca tengas un novio así.

Shh, Seokmin, no lo digas en voz alta.

Aquella conversación no pasó tan desapercibida para Mingyu, que frunció el seño. No fue él quien se tardó horas para que dos mocosos hicieran sus necesidades, el otro todavía cantaba en el cubículo de al lado y la impertinencia del niñito parlanchín le estaba sacando de sus casillas, lo mejor sería apresurarse y salir antes de que el chico pudiera enfrentarlo.

Tiró de la cadena y fue directo a lavarse las manos. Por el rabillo del ojo pudo ver al niño que le hacía caras al espejo, y lo habría dejado pasar de no ser porque las muecas que pretendían ser ofensivas estaban dirigidas a él. Mingyu, en un acto demasiado infantil le sacó la lengua y estaba por hacerle una mueca de gruñido pero el tío le sorprendió mirándolo por el espejo.

Para Mingyu, que estaba acostumbrado a hacer el ridículo hasta en la peor circunstancia, aquello no debió afectarle en absoluto, sin embargo, lo hizo. Sintió mil colores pasar por su rostro, tragó saliva y sonrió al chico quien por supuesto le lanzó una mirada con desdén y se apresuró a sacar a sus sobrinos del baño. Mingyu se mojó la cara como si con eso pudiera ahogarse y la verdad es que poco le faltó, entre la vergüenza y el agua del grifo que mantenía abierto había olvidado respirar y terminó por darle un ataque de tos.

Cuando se recuperó salió en busca de su hermana, que le esperaba frente a los aparadores de zapatos.

¿Qué te tomó tanto tiempo?

Ah, nada, unos niños que no salían. Vamos, todavía tenemos que comprar el regalo del Danonino.

Se llama Dino.

Lo que sea, tu noviecito ese.

Dahyun le sacó la lengua y se dio media vuelta para meterse en la primera tienda que encontró y que no tenía nada que ver con lo que estaba buscando. Mingyu, entendiendo la indirecta, caminó en otra dirección, el no tenía por qué andar buscando un regalo para un sujeto que poco le agradaba. Se metió a una tienda de discos y películas y fue directo a la sección de rebajas aunque al ver las etiquetas dudaba mucho del descuento, pero lo que hacía ahí casi siempre era probar los discos en los auriculares de muestra, ya se desagradaría en internet el que le gustara.

Iba por en tercer disco cuando sintió un tirón en su pantalón. Mingyu que creía con vehemencia en las criaturas mágicas, no pudo evitar sentirse bendecido por tan inesperada visita y ya estaba pensando en el deseo que le pediría al duendecillo cuando bajó la mirada. Grande fue su sorpresa al encontrarse a un niño de mejillas redondas y ojos saltones mirándole como si fuera Ironman (era el único superhéroe que Mingyu conocía). El niño sostenía un par de películas de princesas bajo su pequeño y regordete brazo y en la otra mano tenía un disco de Roxette.