CHANGLIX

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Lo siento.

No pasó nada. 

Changbin estaba mirando a Félix, quien se encontraba frotando su pierna izquierda en el suelo, intentando aliviar el golpe que se dio mientras jugaban, totalmente ajeno a las lágrimas que silenciosamente se deslizaban por las mejillas del mayor. Dio la vuelta y salió corriendo de la casa de Félix. 

¿Por qué tenía que pasarle a él? ¿Por qué destruía todo lo que tocaba? Sus manos temblaron con violencia en un ataque de pánico. Corrió por muchas calles sin que algo lo detuviera, ni siquiera los gritos del menor. Changbin era muy inteligente, sus padres y maestros siempre se lo decían, desde niño escuchó elogios de su capacidad mental, retener párrafos enteros, recitar las notas de la quinta sinfonía de Beethoven de memoria, resolver operaciones grandes, lo que fuera siempre y cuando involucrara a su cerebro y no a su cuerpo. Solía pasar su tiempo encerrado en su casa con algún libro, en la escuela con clases avanzadas o con tutores, incluso durante sus periodos vacacionales.

Todo para que no causara problemas.

Porque si Changbin utilizaba su cuerpo, sus brazos tocaban algo o sus piernas golpeaban un balón, muy probablemente algo terminara roto. Su madre estaba harta de disculparse con los vecinos porque una de las pelotas de beisbol rompió alguna ventana, o porque sin querer chocó contra algún compañero provocando su caída y fractura de un brazo. No podía practicar ningún deporte por lo mismo, no hacía manualidades porque todo terminaba hecho un desastre.

Y no le afectaba. O al menos eso creía.

Fue feliz metido entre libros y libros, tomando clases de italiano, de cálculo, de cualquier cosa. Hasta que conoció a los Lee. Primero fue Minho el que entró en su burbuja, como una bola de caos que le trajo estabilidad, y era tan contradictorio que hacía a Changbin cuestionarse todo lo que creía, todo lo que le habían enseñado. Después conoció a Lee Félix y su mundo se vino debajo de nuevo.

Era el chico más genial que conoció desde Minho, y es que ambos primos tenían un no sé qué que le hacía perder la cabeza. Con Minho no tenía miedo de nada, de arrasar con todo lo que se le pusiera enfrente como un tornado, sin embargo, con Lix, resultaba todo lo contrario.

El menor era un chico ágil, hiperactivo, con más energía que un reactor nuclear. Nunca se estaba quieto. Lo que no era problema para sí mismo. No hasta que estaba con Changbin. Entonces el mayor procuraba estar a metro y medio de distancia pues no quería provocar un accidente con el simple hecho de verlo hacer sus piruetas, correr por el parque tras Minho por haber robado su último dedo de queso, o dormir. Tenía tanto miedo de lastimarlo que prefería alejarse de él aun si eso dolía.

Dolía hasta el centro de su ser, cada fibra sufría por acercarse al menor. Todo su cuerpo bullía por el contacto cálido de Félix, pero incluso si sólo tomaba su mano, temía apretar de más y romperle un dedo, si lo abrazaba con fuerza sentía que le rompería una costilla, podía hasta asfixiarlo y no quería saber qué tanto más. Debido a eso no se acercaba más de lo necesario, evitando todo contacto. Hasta ese momento. Jugaban un juego inocente, solo tenía que esquivar a Félix cuando intentara pasar a su lado, nada difícil y en realidad tenía bastante práctica con eso.

Entonces dio un paso a la derecha y Félix a su izquierda y chocaron, el menor cayó de espaldas, girando en el proceso, doblando su pierna y raspando su brazo. Changbin no pudo ni sostenerlo del brazo para evitarlo, por el mismo temor que lo paralizó, por miedo a dejar un moretón en su piel blanca. Felix cayó con un quejido, seguido de una risa, pero Changbin estaba tan concentrado en todo lo que había hecho como para darse cuenta de que Félix reía a carcajadas de su propio dolor, porque así era él. Despreocupado.

Pero no Changbin, él no.

Él ya estaba autoflagelándose por ser tan idiota e irresponsable, descuidado... Félix era tan precioso y delicado que solo quería protegerlo, mantenerlo a salvo de su propia presencia y su poca habilidad motora. Corrió y corrió hasta su casa y se metió en su armario, como siempre hacía desde niño cuando ocurría algo parecido. Derramó las lágrimas que se aguantó todo el camino, se golpeó las rodillas y berreó cual niño pequeño. Pasaron un par de horas hasta que alguien tocó la puerta, abrió creyendo que se trataba de su madre que, a sabiendas de lo ocurrido al encontrarlo ahí, venía a ver qué haría esta vez para solucionarlo. Grande fue su sorpresa, sin embargo, al encontrar a Félix.

Le sonreía de oreja a oreja resaltando sus pómulos y abultando sus mejillas, le extendió una mano y lo sacó de ahí aprovechándose de su estupefacción. Lo dejó en la cama y se sentó a su lado, pasó sus piernas sobre su regazo y alzó el pantalón todo lo que pudo para mostrarle su pierna. Intacta. Solo tenía un manchón rojo que indicaba el golpe, pero no había huesos de fuera, ni una aparente fractura, luego se quitó la camiseta de manga larga y le mostró ambos brazos. Nada. Félix estaba bien y mostrándoselo, le enseñaba que no había por qué preocuparse y que estaba haciendo un drama de eso. Le tomó el rostro entre sus manos y lo obligó a mirarlo.

Estoy bien ¿me escuchas? No me voy a romper, y aún si lo hago quiero que estés ahí para arreglarme.

Félix, lo siento.

No lo sientas, no hay nada que sentir. Cosas y personas se rompen por igual.

Ese es el problema, rompo todo lo que toco.

En tanto no rompas mi corazón estaremos bien ¿sí?

No respondió en seguida, sino que dedicó a acariciar las partes de piel que el menor descubrió para él, la pelusilla del vello en su pierna era suave y nada molesta, sus brazos delgados, su cintura con músculos marcados por tanto ejercicio que hacía. Félix era perfecto, por dentro y por fuera, y para Félix, Changbin era perfecto. El mayor podía empeñarse en protegerlo de él mismo, pero Félix lo protegería de todas las ideas absurdas que implantaron en esa bella cabeza de pizza y que sólo lo hacían mejor persona, un hermoso ser humano y un gran novio.

No romperé tu corazón, Lix.

Ni yo el tuyo. 





















Esto tampoco iba aquí pero bueh... Sino jamás vería la luz 🤭

I got nothing to say... Don't worry be happy :)

Hasta el próximo domingo ✨

Love, K.

✧BETWEEN THE LIPS✧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora