VERKWAN

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Ni Vernon ni Seungkwan imaginaban lo drástico que podría cambiar su vida en apenas dos días.

Todo empezó una mañana nublada de agosto, una mañana como cualquier otra. Despertaron, lavaron sus dientes, Vernon usó el váter mientras Seungkwan se bañaba y luego cuando salió, Vernon ocupó la ducha en tanto el mayor se ponía sus miles de cremas. Hicieron el desayuno juntos y tomaron sus impermeables antes de salir de su casa.

Lo normal, la misma rutina. Nada parecía cambiar de no haber sido por la cosa curiosa que se encontraron apenas abrieron la puerta. Vernon dio un grito que ni la aguda voz de Seungkwan podía alcanzar, se echó para atrás al mismo tiempo que el mayor se acercaba. Sin que alguno pudiera creerlo tenían delante lo que parecía una silla de bebé para autos.

No es que nunca hubiesen visto un bebé, Vernon recordaba las mejillas regordetas de su hermana todavía y Seungkwan apretaba las mejillas de cada bebé que se le cruzaba, pero... ¿quién diablos dejaría a un bebé con desconocidos en plena lluvia?

No lo toques.

Es un bebé, no te va a morder, idiota.

No sabes si es un bebé.

En respuesta, Vernon obtuvo un chillido y la silla se movió, el contenido pudo haber caído de no ser por los rápidos reflejos de Seungkwan. El llanto incrementó con el brusco movimiento, no vieron a nadie en los alrededores y para desgracia pocos eran los vecinos que conocían al ser nuevos en el vecindario, aunque casi estaban seguros de que aquel bebé no pertenecía a nadie que conocieran pues la mayoría de los habitantes eran personas mayores o solteros.

El corazón de Seungkwan no podía con tan desafortunado evento así que llevó al bebé al interior de la casa seguido por un muy consternado Vernon. Dentro estaba cálido y no habría problema con descubrir al bebé y revisar si estaba en buenas condiciones y de paso averiguar si traía una nota o algo. Vernon se encargó de quitar sus abrigos para mayor comodidad y se sentó en la mesa del comedor, lejos del rubio que se instaló en la sala.

Kwan debía estar loco si planeaba mantener al bebé en casa ¿Qué se supone que harían? A duras penas podían cocinarse un poco de ramen sin que el agua se les quemara, no tenían mascotas precisamente por la enorme responsabilidad que conlleva, un bebé era un compromiso aún mayor y seguramente en alguna parte habría un padre o madre desesperado por encontrar a su bebé. Por otra parte, su novio parecía lo bastante feliz y encantado jugando con el retoño como para ser consiente de los problemas que tendrían. Vernon quiso azotar su cabeza contra la encimera por lo que estaba a punto de hacer, pero si lo hacía probablemente se desmayaría. Suspirando, tomó de nuevo su chaqueta y salió sin que el mayor lo notara.

Llamó al trabajo disculpándose una y mil veces, exponiendo la situación que su jefe no creyó pero que, para su suerte, dejó pasar por su perfecta asistencia. Caminó al supermercado más cercano, la lluvia paró el tiempo perfecto para dejarlo llegar seco. Realmente se sintió un estúpido ahí parado frente a un estante lleno de pañales, giró y se encontró con otro lleno de botes de leche. Ni siquiera vio al bebé como para tratar de calcular su edad o tamaño.

Un chico con un canguro se detuvo para echar a su carrito cinco paquetes de diferentes tamaños, y para Vernon fue la mejor señal, un tipo que sabía lo que hacía. Se tragó su vergüenza y se acercó.

Hola ¿Es tuyo?

Sí, el más pequeño. Tengo cuatro más.

¡¿Cómo?! Bueno... no tienes que decirme todo...

Tranquilo, me gustan los niños... Soy Jaebum y él es Youngjae, saluda cariño.

El pequeño bulto adormilado, estiró sus cinco diminutos dedos y movió la mano para después acomodarse en el pecho de su padre y seguir con su siesta. Vernon se mordió el labio, quería hacer más preguntas, pero no sabía por dónde empezar.

✧BETWEEN THE LIPS✧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora