¿Has sentido alguna vez el llamado del mar? Esa voz salvaje y antigua susurrando en tu mente, hurgando en tu memoria en busca de un recuerdo del que no te sabías dueño.
Jooheon no recordaba ni una vez disfrutar ir al mar. Probablemente fuera debido a los nubarrones plomizos, el fuerte viento y la arena gruesa lo que infundía en él un miedo terrible. No había un sólo día en el que la costa no fuera azotada por una tormenta, barcos habían desaparecido entre sus olas desde siempre y no era una buena zona para pescar por lo que los pobladores tenían que apañárselas con lo poco comestible que crecía en la isla. Su abuela le contaba historias acerca de criaturas que acechaban la isla, sin dejar que nada ni nadie entrara o saliera.
Decía que las sirenas habían construido su nido en alguna parte de la isla, para no ser atacadas por piratas, humanos que las raptaban por diversión y crueldad, sus escamas brillantes eran codiciadas por la gente rica y valían tanto o más que las piedras preciosas. Habrían vivido seguras allí por más tiempo de no ser por una sirena que, yendo en contra de las advertencias, se enamoró de un pirata y lo llevó a la isla, cosa que estaba prohibida (su abuela siempre remarcaba aquella palabra). El pirata no tardó en dejarse llevar por las promesas de riqueza al ver todos los tesoros que poseían las sirenas, y armado con un buen botín se las arregló para escaparse de la sirena que tanto lo amaba.
Con gran dolor en su corazón al ver que su amado se alejaba cargado de cosas robadas y la traición que sintió, la sirena maldijo la isla, prometiendo que los descendientes de aquel pirata volverían a ella, encantados por los tesoros y no encontrarían más que una vida difícil de la que no podrían escapar jamás. Sobre ella, el cielo azul se cubrió de nubes espesas y las olas rugieron haciendo eco a la furia de la sirena.
Con veinte años, Jooheon jamás había salido de la isla, de todas las historias que su abuela le contaba, la de la sirena y el pirata era la única a la que seguía creyendo. Nadie podía explicar por qué las nubes nunca desaparecían y la única manera de tener contacto con tierra firme era un ferri que pocas veces se aparecía por ahí. Tampoco nadie tenía idea de quién había sido el primer poblador y no había registro de que aquel pirata hubiese existido.
Sin embargo, cada vez que Jooheon miraba hacia el horizonte, ya fuera que estuviera en la playa, desde su casa mirando por las ventanas o en el risco (el punto más alto de la isla) estaba seguro de que el pirata y la sirena eran tan reales como él, o lo fueron en algún momento. Además, sentía que algo le miraba desde el agua y le llamaba y Jooheon no era tan estúpido como para dejarse llevar, ni tan débil como para sucumbir a sus pensamientos.
Entonces... ¿Por qué estaba en la orilla del mar? El agua fría le cubría hasta las rodillas, miró hacia atrás en dirección a su casa, ni su abuela ni su padre estaban por ningún lado, nadie le vería hundirse, nadie le rescataría. Pero la voz lo llamaba con vehemencia, repetía su nombre una y otra vez y Jooheon no podía estar menos curioso, las olas rompían contra su cuerpo cubriéndolo cada vez más, el cielo pareció oscurecerse, el océano se lo estaba tragando, pero no tenía miedo.
¿Qué lo había mantenido alejado del mar tanto tiempo? Ahí abajo, el sonido de las olas no era tan fuerte, el frío envolvía su cuerpo en un abrazo fuerte y anhelante, Jooheon se sintió aliviado al escuchar la voz que lo llamaba una vez más, estaba tan cerca, vendría por él en cualquier momento. Cerró los ojos, el tiempo corrió tanto y tan poco, estaba flotando a la deriva, entre el sueño y la lucidez. La voz no lo volvió a llamar.
Tal vez fuera su mente inundada de agua salda la que convocaba la imagen de una sirena enamorada y el dolor de su corazón al romperse. Miró sus manos, remaba lejos de la isla mientras la sirena nada podía hacer para retenerlo. Jooheon quería regresar, ese no era él. Él no era quien huía con riqueza y un corazón robado, él quería estar con la sirena.
Botó los remos lejos de la barcaza esperando que la marea lo regresara a la orilla donde las nubes se tornaban grises. La sirena profirió un grito desgarrador y el cielo se partió en dos con la luz de un rayo, el corazón de Jooheon dio un vuelco y sacudió su cuerpo. Se ahogaba.
Las olas jugaban con el cual grano de arena, no podía orientarse y mucho menos tomar una bocanada de aire, los pulmones le quemaban con la sal internándose en ellos. La marea salvaje no daba tregua ni descanso y no parecía estar acercándose a la orilla mientras él pataleaba con desesperación, intentado encontrar la superficie. De pronto, algo tiró de sus piernas hacia abajo, alejándolo del remolino de espuma que producía el oleaje. Jooheon supo que lo último que vería serían las olas apaciguándose en un milagro brillante, la luz del sol se colaba por fin y atravesaba aquel océano incansable. A su alrededor, el agua tomó ese color azul que debía tener el océano, en tanto él seguía descendiendo, sus párpados pesaban y los ojos le escocían así que se entregó a la pesadumbre y a lo que sea que lo arrastraba al fondo del mar, antes de escuchar su nombre.
Has roto la maldición. Volviste a mí.
Los labios de Jooheon se abrieron, una burbuja solitaria se deslizó entre ellos con su último aliento. Sus fríos labios rozaron piel cálida, labios que le devolvían la vida. Sus ojos se abrieron apenas un instante para ver a la sirena de ese recuerdo. Su piel traslúcida reflejaba el azul del océano, el cabello plateado flotaba sobre su cabeza como la espuma que lo tuvo prisionero instantes atrás. Los ojos de la sirena brillaron con dulzura, le embargó el temor de verse sin aire una vez más ante tal visión, Jooheon se inclinó un poco volviendo a besar a la sirena, su abuela se había equivocado. No era una sirena, sino un tritón quien se enamoró de un humano.
Poco importaba cómo fuera llamado, tritón o sirena, aquella criatura mítica era quien llamaba a la distancia, anhelando el amor que le fue negado. Jooheon podía ser descendiente de aquel pirata, mas no era como él. Jooheon se quedaría en la isla el resto de su vida o moriría en el océano, ninguna era tan mala y ninguna era lo suficientemente buena, pues ambas le impedían tener a aquel tritón entre sus brazos por el resto de los días.
Les debo un cap, lo sé no me maten, fueron semanas difíciles :'c la siguiente semana trataré de subir más, wait for it.
El tritón puede adaptarse a cualquiera, me gustaría que comenten sus teorías de quién puede ser, les daré una paleta a quien adivine xD
Hasta el próximo domingo... o no(?)✨
Love, K.
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✧BETWEEN THE LIPS✧
Fanfiction~Deja de tentar mi inocencia con palabras dulces y obvias~ Historias cortas. Sin sentido en su mayoría. ☞Monsta X ☞Ateez ☞Seventeen ☞Got7 ☞Stray Kids