Yeosang se metió una uva en la boca. Y luego otra. Y a la tercera decidió que las uvas eran su fruta favorita. Los humanos tenían gran variedad de comidas provenientes de la tierra y eran realmente estúpidos si no la apreciaban.
¡Sang! Debemos irnos, deja de comer.
¿Perdón? Aquí y en los siete infiernos soy tu príncipe, háblame con más respeto.
Como diga, príncipe. Pero debemos irnos, si su padre se entera que estuvimos en el mundo de los humanos...
Mi padre puede ir a atragantarse con uvas.
La cara de su sirviente se contrajo en una mueca de disgusto y a pesar de que estaba molesto con su padre, quien recibiría el castigo sería su compañero, pero Yeosang quería divertirse un poco más y mientras le decía que se adelantara para liderar el camino, escondió un puñado de uvas entre sus ropas.
Cuando las puertas de la fortaleza infernal se abrieron, Yeosang quiso tirar las pequeñas frutas lejos de él, su padre le miraba con ojos al rojo vivo. Las llamas a su alrededor crecieron hasta casi alcanzar el techo y muchos de los demonios presentes corrieron a refugiarse de la ira del señor de los infiernos. Si bien podía Yeosang superarlo con veinte centímetros de altura, su padre siempre infundía tal terror que lo hacía lucir de dos metros de alto.
¡¿DONDE TE HABÍAS METIDO?!
Yeosang se quedó con las palabras atoradas en la garganta, metió la mano en el escondite de las uvas intentando aplastarlas, deshacerse de toda evidencia que le hiciera merecedor de un gran castigo, pero las benditas frutitas de pronto parecían hechas de acero, o quizá fue porque las manos le temblaban y sudaban y no podía agarrarlas correctamente ni ejercer presión.
Mi señor Hongjoong...
¡SILENCIO!
Ambos, sirviente y príncipe pasaron saliva con dificultad, ninguno quería ver a los ojos del rey, al menos Mingi tenía la obligación de agachar la mirada en su presencia y eso bastaba. Yeosang por otro lado debía ver directo a los ojos de su padre, no se permitía menos del príncipe.
Yeosang, has faltado a tu palabra y a tus obligaciones, te pedí estar presente cuando se otorgaran los castigos y, sin embargo, has huido.
El príncipe agachó la mirada, estaba más avergonzado por la reprimiendo pública que por los actos en sí. ¿De qué servía estar presente cuando su padre seguiría dictando los castigos por mil años más? Lo que Yeosang quería, no podría encontrarlo en el infierno donde siempre era todo igual, fuego, castigos, lamentos y más fuego.
Y no sólo eso, sino que has ido al mundo de los humanos cuando está ¡PROHIBIDO!
Continuó su padre con voz severa, el resto de los presentes murmuraron acusaciones que Yeosang escuchaba perfectamente. Todos le miraron con asombro, disgusto y decepción, por mucho que estuviera acostumbrado a las miradas, aquella vez se sintió diferente. Pensó por un momento fugaz, que tal vez su padre estaba en lo correcto y debía empezar a comportarse como el príncipe del inframundo que era y no como otro diablillo. Hongjoong se dejó caer en su trono, masajeando su cabeza y apartando la mirada de su hijo, clara y tristemente decepcionado. Con un ademán hizo que el salón se vaciara, incluso Mingi que siempre estaba pegado como sanguijuela a Yeosang desapareció en menos de un parpadeo.
Ha llegado un... invitado, si es que podemos llamarlo así. Te encargarás de él.
Esperaba un castigo, algo como permanecer en el fuego celestial colgado de los pies. Caminar sobre las brasas mientras era azotado con látigos ardientes, pero... ¿ser un sirviente? Yeosang era un príncipe, por los mil demonios, no acompañaría a nadie en un tour por el infierno, yendo y viniendo a la orden. Poco útil le resultaría cualquier objeción bajo la dura mirada de su padre, que fácilmente y sin parpadear lo incineraría.
Jongho.
Su padre bramó y de un rincón, en el que Yeosang no se fijó hasta ese entonces. Un muchacho de traje blanco, mejillas redondas y ojos inocentes se puso de pie a su lado. Sudaba y estaba claramente asustado de alzar la mirada, contrario a Yeosang, cualquiera que fuese su pecado debía ser lo bastante terrible como para estar ahí en compañía del amo y señor de los siete infiernos y el príncipe.
Esto debe ser una broma, padre. ¿Un ángel?
Jongho dio un respingo con el adjetivo, se separó del príncipe muy incómodo, movimiento que Hongjoong no dejó pasar.
Al igual que tú, hijo mío, ha desobedecido las reglas y fue enviado aquí. Y ya que tú te beneficiarías al ir al cielo, o corromperías al resto de los ángeles, he decidido que este será tu castigo. Harás todo lo que te pida. Ahora largo.
Ambos muchachos salieron sin saber exactamente qué hacer así que Yeosang echó a andar, sin importarle que su nuevo compañero estuviese aterrado de todo lo que veía. Lo alcanzó en un santiamén lo que bastó para cabrear al príncipe, Yeosang bufó con hastío. ¿Qué habría hecho aquel angelito para ser enviado ahí abajo? ¿Acaso no tener las alas suficientemente esponjosas era un pecado?
Me atraparon cuando volvía del mundo humano.
Yeosang dio un respingo, mordiéndose la lengua, demasiado tarde se dio cuenta que estaba pensando en voz alta, sin embargo, se sorprendió. No esperaba que aquel chico con mirada inocente fuera tan rebelde, el cielo era más estricto de lo que pensaba.
¿Qué hiciste allá?
Jongho se quedó de pie sopesando sus palabras, Yeosang le vio sonrojase y no pudo discernir entre el calor del lugar y la vergüenza del chico y estaba deseando que fuese muy bueno porque aquel silencio solo aumentaba la expectativa, y Yeosang amaba las expectativas. Cuando no eran puestas sobre él, por supuesto.
Comer.
¿En serio?
De verdad.
Se miraron unos momentos, con las caras tan serias que aquello solo pudo resultar más gracioso y rompieron a carcajadas. Ninguno de los dos se esperaba eso y para Yeosang resultó todo un alivio encontrar a alguien con tanta culpa como él y dispuesto a enfrentar el mismo infierno por las delicias terrenales. Acordándose de algo sumamente importante, tomó una mano de Jongho y depositó ahí una pequeña esfera verde.
¡Uvas!
Conozco una salida, si prometes no decir nada, podemos ir a comer juntos.
Prometo solemnemente no decir ni una palabra ¿Qué comeremos?
¿Qué se te antoja?
Cualquier cosa. Salgamos de aquí.
Y sin más, Yeosang tomó de la mano al ángel y corrieron casi al final del infierno, escabulléndose de los mirones sin darse cuenta que eran observados por los padres de ambos, Hongjoong amo de los siete infiernos y Seonghwa, ángel supremo. Tal vez el castigo fuese más para los mayores por tener hijos tan curiosos e inquietos. Qué remedio.
Aquí mi concepción del JongSang bc Sang me daba cringe cuando comencé a stanearlos (don't judge pls)
😪Nunca se me ocurre nada más divertido que decir, ha sido una semana difícil.
PD: sorry por la actualización tardía v:
Voten y comenten TuT, hasta la próxima semana.
Love, K.
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✧BETWEEN THE LIPS✧
Fanfiction~Deja de tentar mi inocencia con palabras dulces y obvias~ Historias cortas. Sin sentido en su mayoría. ☞Monsta X ☞Ateez ☞Seventeen ☞Got7 ☞Stray Kids