Capítulo 7

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MEMORIA.

Anne

Nunca me había detenido a pensar en la traición.

Jamás creí que alguien podría traicionarme. Digo, soy demasiado confiada.

Es fue mi error.

Confiar.

Confío tanto en las personas y en que dentro de ellos hay algo bueno que entonces pasa un tiempo y lo puedo ver.

Las verdaderas intenciones.

Había pasado una semana, dos días y tres horas desde que me secuestraron.

Mi celda es oscura y fría. Al lado de mi hay pan y un vaso de agua.

El hombre, al cual le llaman Verdugo, me lleva hasta el lugar que conozco muy bien.

Toma mi brazo con brusquedad y me sienta en la silla metálica. No ofrezco oposición, no sirve de nada. Me mira con desprecio y me da un golpe que me aturde completamente.

Siento que el hierro está cubriendo mis manos en su totalidad. Es como una jaula completamente sellada en cada una de mis manos. Mis ojos se acostumbran a la luz que está saliendo de un foco en dirección a mi rostro. La sangre fluye por mi labio debido al golpe que me dieron.

—¿Ahora dirás donde están tus amigos? —preguntó mi torturador.

Sus métodos de tortura eran creativos y perversos, pero nunca iba a decir donde estaban los chicos.

—Jamás —digo y le escupo en la cara.

El golpe no tarda en venir, pero esta vez es en la boca del estomago. Quedo sin aire por unos minutos e intento recuperarlo con celeridad.

—Eres demasiado altiva para la situación en la que te encuentras. No me faltes el respeto, escoria —dijo y salió de la habitación dejándome sola en ese lugar.

Suspiro y cierro mis ojos intentando conectarme con Gilbert, pero es en vano.

No responde o quizá yo estoy lo bastante lejos como para ser escuchada.

Estaba en la central aire, donde tenían el dominio de las demás centrales.

Al parecer Axel fue lo bastante inteligente como para cambiar la dirección del lugar a otro mas escondido, porque cuando fueron a revisar si habían mas como yo, solo encontraron rastros de fogatas y nada mas.

Podría matarlos para escapar de aquí, pero eran muchísimos.

Yo no era como la elemental que destruyó toda una central agua para salvar a unos niños.

Ni siquiera puedo salvarme a mi misma.

Maldita sea.

Dejé colgando mi cabeza mirando el suelo, cuando la puerta se volvió a abrir y vi con sorpresa que era mamá.

—¿Mamá? —dije extrañada y la luz de una esperanza llegó.

Quizá ella podría sacarme de aquí.

Estuvo en silencio unos minutos, solo mirándome.

—Lo siento —susurró y empezó a llorar.

¿Qué?

—¿De que estás hablando?

—No podía permitir que mataras a alguien mas. Laila no merecía morir y sin embargo la asesinaste a sangre fría. Te envié, pero no creí que encontrarías algo allá y morirías fuera de esta barrera. Sería una muerte justa.

ᴇʟᴇᴍᴇɴᴛᴀʟ [1] (ᴀɴɴᴇ x ɢɪʟʙᴇʀᴛ)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora