9. Suerte

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Cuando dos personas se aman, ¿sabes como identificarlo?

Hoy Izuku Midoriya lo mira con atención. Está detrás de esa banca, agachado, pensando “¿qué será eso que dice todo lo que hago?”, mirando al cielo para después rendirse y volver a posar su total atención a Katsuki Bakugō, quien se saca un moco y lo deja pegado en alguna pared tratando que nadie lo vea. Ese pillo que esperaba afuera de la sala de videojuegos, es el motivo amoroso de mi pequeño sol, el tonto Izuku.

—Oye, no soy tonto —susurra.

Pobre florecilla del desierto, sigue pensando que los reyes magos son reales.

—¡Ahí viene!

Izuku se vuelve a ocultar, admirando como el amor de su vida va caminando al lado del amor de su vida.

—¡Eso no es cierto! —regaña—. A Kacchan no le gustan las niñas.

Menuda suerte se carga el pequeño Midoriya. No puede aceptar que el amor de su vida está feliz al lado del amor de su vida, no puede aceptar que ese amor se puede transformar en una tierna familia, en un perfecto triangulo familiar amoroso.

Kacchan sólo tiene 7, ¡no hay manera que exista una familia a esa edad!

Existen los embarazos prematuros, así que no tardando podría hacerse.

—Se va...

¡Oh, pobre Izuku! Su rostro triste es admirable, su desgracia le consume y por eso le sigue desde las sombras como si fuera parte de su ser amado.

¿Desde cuándo hace esto? Desde hace varios días.

Su rival de amores, de nombre desconocido, una niña rubia tan hermosa que goza de llevar overoles tan curiosos de colores rosa, verde y azul. De tenis curiosos negros. Tan chistosa al correr de aquí a allá al lado de Katsuki. De hacerlo incluso rabiar por las travesuras que comete, de hacerlo reír cada que alguna falla y de hacerlo tan ciego ante el ferviente amor que le predica noche y día el pequeño Izuku.

¡¿Podrías dejarme en paz?! —exclama Izuku delatando su escondite.

—¿Deku?

¡Oh, Jesús bendito! ¡Milagroso seas! Has logrado que el rostro de Izuku pase de la palidez extrema al carmesí más brillante jamás visto.

—¡Oh, Kacchan! —Izuku se rasca la nuca—. ¡No te había visto!

—¿Qué haces por acá? No eres tan cool como yo como para estar solo por las calles.

—Sólo estoy a una calle de mi casa —ríe Izuku nervioso.

¡Pobre mariposa muerta de miedo! Sabe que en cualquier momento será descubierto y eso—

—¡No me hagas ir tras ti! —grita Izuku malhumorado al cielo.

Katsuki y la pobre niña tan extrañados quieren retirarse para poder seguirse profesando su amor eterno.

—¿Te gustaría jugar con nosotros? —pregunta ella con una sonrisa tan radiante que ni el mismo sol puede hacerle comparación. Tomando su mano y la de Katsuki, corre a la casa del último, dispuesta a jugar a lo que fuera.

La tarde del pequeño Izuku se entorpece. Verlos tan juntos es tan triste tal y como el episodio de Miraculous Ladybug cuando Marinette ve a Adrien y a Kagami estar como tórtolos demostrando su amor y como el de ella se va haciendo tan pequeño.

—Eso es cruel... —susurra Izuku.

Y al terminar, la pequeña niña entra corriendo a la casa de Katsuki dejándolos solos por fin.

¿Será acaso la oportunidad perfecta para el pequeño Izuku de declararse?

¿Sabes, Kacchan? —susurra Izuku—. Me gustas.

¡Lo ha dicho! ¡Lo ha hecho!

—¿Dijiste algo? —Katsuki con su característico ceño fruncido nota su evidente sordera. Es una exageración, claro.

Qué mala suerte.

—¡Ah, es que...! —Izuku entra en nervios—. Tu novia no es linda.

—¿Ah? —Katsuki lo mira enojado.

—¡Sí-sí! Es tan fea como comer brócoli de desayuno.

¡Cállate, niño tonto! El tonto de tu novio soñado está enojado.

—Ella no es mi novia. —Gira el rostro, enfadado—. Es mi prima.

—¿Eh?

Izuku quedó como un tonto. ¡Tantos celos para nada!

—Y... —Katsuki toma su mano con el sonrojo coloreandole el rostro—. A mí sí me gustaría encontrarme el brócoli en mi mesa a la hora del desayuno. Sería mi sueño ideal vuelto realidad.

¡Qué bonita declaración! ¡Oh, el amor homosexual entre niños!

—Kacchan, tienes malos gustos. —Izuku hace una mueca de desagrado—. A nadie le gustan los brócolis.

Hoy Izuku ha demostrado que es un tonto.

—Quizá sí. —Katsuki le empuja—. Eres un tonto brócoli mal cocido.

—Espera... ¿Qué?

Tienes tanta mala suerte, Izuku.

***
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