XI. "Una confesión, un plan y algunos sacrificios"

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XI. "Una confesión, un plan y algunos sacrificios" 

Cuando la noche llego vio partir a los Merodeadores sentada en la sala común, con el fuego crepitante de cerca suyo y la mirada helada de Sirius recorriéndola, sabiendo a donde iban se burló con una sonrisa en respuesta esperando demostrarle al ojigris que su amenaza de más temprano no había surtido el efecto que buscaba.

Sin embargo, contrario a las simplonas miradas que siempre James le dedicaba en esa ocasión se detuvo en ella con dureza, sus ojos marrones mirándola en un silencioso juicio como nunca lo que la toma desprevenida y la obligó a moverse de la cómoda posición en la que se encontraba para tratar de alcanzar a James y arreglar cualquier desperfecto que su relación tuviera.

En respuesta James acelero el paso y la ignoro tan despectivamente que se sintió ofendida por un segundo antes de volver a entrar por el retrato de la Dama Gorda, refunfuñando por el incómodo momento que su novio le había hecho pasar frente a los pocos que estaban en la sala común, no se dio cuenta que iba a tropezar con Evans, que si parecía haberlo notado y se detuvo frente a ella sonriéndole en clara burla.

A penas evitando colisionar contra ella, dio un paso atrás para poderla mirar adecuadamente y Evans se acercó lentamente para impedírselo, rozando apenas su oído en un volumen tan bajo que, si la sala no hubiera estado desértica a ese punto, como si los que antes estaban supieran que no debían quedarse para ver su interacción, no hubiera sido incapaz de escuchar lo que le dijo en un tono de completo regocijo —Falta tan poco para que seas nada Serena, tus amigos ya no lo son más o tal vez nunca lo fueron, tu hermano es adorado sin buscarlo mientras es lo que más deseas y tu poder se desvanece de lo débil que era.

Estupefacta por el atrevimiento y descaro que no parecían propios del carácter de Evans, no la detuvo cuando empujo su hombro con el suyo solo para molestarla y se perdió rumbo a las habitaciones femeninas dejándola fúrica en medio de la sala común.

Más frustrada porque a pesar de todo, sus palabras tenían un grado de verdad, dado que todo lo que había construido durante años se desmoronaba frente a ella sin que pudiera detenerlo por el momento. 

Las clases habían iniciado y a él no podían importarle menos, no con el rostro pacifico de Remus frente suyo, descansando de la larga noche bajo el efecto de una poción para dormir sin sueños y  mostrándose tan vulnerable frente a él, tan confiado...

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Las clases habían iniciado y a él no podían importarle menos, no con el rostro pacifico de Remus frente suyo, descansando de la larga noche bajo el efecto de una poción para dormir sin sueños y mostrándose tan vulnerable frente a él, tan confiado con su cabello desordenado y la pijama demasiado grande para su figura buscando pasar desapercibidas las vendas que cubrían sus heridas más recientes, con su pecho subiendo y bajando dificultosamente como único recordatorio que seguía ahí y la luna llena no le había arrebatado de su lado como recién había descubierto temía.

El mismo con la respiración controlada y los ojos llorosos pasaba lo más delicado posible sus dedos entre los mechones cobrizos sintiendo la necesidad de comprobar que Remus no era un espejismo o sueño, pero asustado de causarle más dolor se abstenía de tocarlo más allá de eso, entonces pensaba en lo que sentía, en cómo se encontraba amando al chico tendido en la cama de la enfermería de una manera que no tenía permitido y como nunca imagino llegar a hacerlo cuando viajo desde Beauxbatons hasta Hogwarts.

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