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El grupo había regresado de un largo viaje, algunas heridas y el cansancio se hacían presentes, decidieron descansar apenas llegar, Miroku dormía profundamente, al igual que Sango, Shipo roncaba sin control, Kagome se movió y de reojo vio la sombra pasar a su lado, se levantó siguiendo a distancia a Inuyasha, se detuvo indecisa antes de adentrarse al bosque, miro de nuevo la cabaña, estuvo a punto de regresar, pero era necia, por más que sabía a donde iba el peli plateado, lo siguió, guardo su esencia lo mejor que pudo, anduvo oculta en los arbustos cuando escucho sus voces.

-te extrañe-la voz de Kikiu era suave.

-apenas regresamos hoy, los demás descansan-hablo Inuyasha.

-estas lastimado-pregunto inspeccionando su cuerpo como buena sacerdotisa preocupada por los demás.

-no, Kikiu sabes bien que me curo rápido-hablo sonriendo altanero.

-me hace mal estar lejos de ti.

Kagome retrocedió sobre sus pasos, su mano apretó el pecho justo donde se encontraba el corazón, una vez lejos de ahí corrió hasta la cabaña, las lágrimas querían escapar de sus hermosos ojos chocolates, movió con violencia su cabeza apartándolas de sus ojos, Sango estiro sus brazos para sostenerla cuando estuvo a punto de chocar con ella, al no fijarse en su presencia fuera de la cabaña.

-ha ido de nuevo a encontrarse con ella.

-si-desvió la mirada y retrocedió alejándose de las manos de su amiga- debería regresar a casa-susurro alzando las manos para estirarse- debo tener mucha tarea acumulada, bueno Sango estaré en mi casa, le dices a los demás-intento sonreír- traeré más cosas la próxima vez-sin esperar respuesta se dio la vuelta y salió hacia el pozo.

-estúpido Inuyasha-murmuro la morena.

Patética, se decía una y otra vez mientras corría al pozo, estaba siendo infantil de nuevo, no podía pasarse escapando cada vez que regresaban y él corría tras de esa pálida chica, aminoro el paso pensativa, esta vez debería ser diferente, mientras ella siguiera con vida él estaría atado a ella, entonces, se quedó quieta, sacudió su cabeza, ¡no! No le deseaba la muerte, ella no era así, suspiro cansada, necesitaba su vida por unos días, siguió su camino hasta el pozo, se quedó ahí mirando su interior, cerro fuerte los ojos…

-deseo encontrar a un chico especial para mí-murmuro dejando caer una lagrima al pozo.

Subió y se dejó ir dentro, pero una luz la cubrió antes de terminar de cruzar…

-TE NECESITO-fue un pequeño murmullo, pero acaricio su piel y se vio trasportada a un camino desierto, las montañas y bosque la rodeaban.

Sentía la necesidad de seguir, no tenía miedo, solo curiosidad, miro sus manos, había olvidado el arco, se encogió de hombros sin importarle ese pequeño detalle, solo siguió el llamado que la brisa matutina le murmuraba.

Inuyasha regreso a la cabaña, enseguida percibió levemente el olor de Kagome, no importaba cuanto tratara de cubrir sus escapadas, siempre terminaba por darse cuenta, esa mocosa era muy inteligente, aunque no entendía del todo su actitud, él amaba a Kikiu, con ella se sentía feliz, no importaba si no era real para los demás, para él ella seguía siendo la misma de tiempo atrás, se alejó para subir a dormir en un árbol, lo último que quería era soportar a Sango con su enojo, la mirada acusadora de Shipo y los sermones de Miroku.

-cobarde-susurro Sango mirando por la ventana.

-mujer das miedo, como pretendes que entre si lo tienes ese mazo en la mano.

-te callas o te callo-dijo enojada Sango- estas como siempre de su lado, que podría esperar de ti, si eres un maldito mujeriego.

-Sanguito por favor, cálmate, recuerda que aquí el que actuó mal es Inuyasha-trato de evadir la pelea.

Amor Prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora