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Kagome había soñado que el mercenario la había besado, le gusto más de lo que debía, al grado que lo abrazo con fuerza, que clase de sueño tenia, se regañó mientras se incorporaba dándose cuenta que él no estaba, se levantó con pereza, lavo su cara con el agua de una jarra, entonces escucho voces, el viejo Totosai y Bankotsu charlaban como viejos amigos.

-está seguro-pregunto Ban.

-la tormenta limpio el aire de aquí, pero la neblina rosa está provocando que toda mujer esté en peligro.

-de que hablan-dijo Kagome entrando a la cocina de la casa, con la ropa de hombre.

-por suerte nosotros los hombres estamos a salvo, pero podemos ser infectados.

-qué problema-murmuro Bankotsu mirando a la mocosa-pero necesito encontrar a mis hermanos.

La aldea estaba protegida con una barrera, Kaede miraba como la neblina rosa pasaba sobre esta, Inuyasha estaba preocupado por Kikiu, aunque esta le había asegurado que nada le pasaría era imposible no preocuparse, por suerte Kagome no se encontraba por ahora en esta época, pensaba.

-deberíamos salir y ver si alguien necesita ayuda-sugirió Sango.

-estas loca cualquier pervertido podría intentar hacerte algo-menciono Miroku.

-aquí el único pervertido eres tú, intenta hacerme algo y no te la acabaras-contesto amenazante con su bumerang en mano.

-yo nunca te haría algo malo-hablo ofendido, pero coloco la mano en el trasero de esta el golpe que recibió lo dejo tirado en el piso, Shipo no dejaba de reír, Inuyasha se apartó del paso de Sango temiendo por su seguridad.

Kikiu seguía a la neblina rosa sin entender porque, había una fuerza que le llamaba, o más bien imaginaba de quien se tratara, la preguntara era ¿Por qué Inuyasha no la había sentido? En los pueblos anteriores fue atacada por los hombres, su gran poder la ayudo a salir ilesa, pero estaba muy cansada, le urgía encontrar almas, el pueblo al que llego era conocido por sus peleas y muertes, la lluvia que había caído actuó como barrera natural a la maldición que Naraku había lanzado, levanto la cara al sentir la esencia de la otra sacerdotisa, vio su cabello perderse en una calle, levanto la ceja al mirarla andar con Bankotsu, ¿Qué hacía con él? Se preguntó siguiéndolos ocultando su presencia.

-mocosa segura que mis hermanos están cerca-pregunto caminando con su alabarna.

-si-respondió- y has el favor de llamarme Kagome-exigió-Kagome-repite conmigo-Kagome.

-MOCOSA-deletreo satisfecho por hacerla enojar.

-la próxima vez juro que te dejare morir Bankotsu- rechino los dientes enfatizando su nombre.

-no habrá una próxima vez, aquí la que puede morir eres tú, si llegamos a un lugar donde la neblina rosa haya infectado.

-no soy tan débil como crees-menciono caminando con las manos hacia atrás.

-eso espero tampoco estaré salvando tu trasero a cada rato-menciono y no pudo evitar apreciar el cuerpo de la mocosa, aunque la vestimenta de hombre ocultaba sus curvas que había sentido durante la noche, cuando la tuvo en sus brazos.

Kagome evitaba la mirada del mercenario, aún tenía en la mente su loco sueño, sacudió con violencia su cabeza, apresuro el paso poniendo distancia, estaba segura de sentir un fragmento, el poder no era tan grande como el de Bankotsu, pero sí muy llamativo, que tendría el hermano de Bankotsu para crear auras multicolores que la guiaban a él.

Caminaron por mucho tiempo, el silencio era muy molesto, con sus amigos solían hablar sin parar, pero con Bankotsu parecía andar sola, suspiro pensando en Sango, ¿Qué estarían haciendo? Shipo maldición ha de estar sufriendo de las agresiones de Inuyasha, elevo la mirada al cielo pensando en ellos.

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