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Estamos en un hotel elegante, me he casado esta tarde con Bankotsu, me sorprende saberlo tan importante, esto parece un sueño, estoy segura que en la época feudal las cosas también van bien, por ahora mi madre se hará cargo del pequeño Ban, es nuestra noche, sonrió cuando Bankotsu me carga para entrar a la habitación, sigue siendo el mismo de siempre, arrogante, atrevido, creído, sexy, bueno, quien hace que mi corazón lata a mil.

-soy tan feliz-le digo mirando sus ojos azules.

-yo más-me dice con esa sonrisa traviesa.

-mmm... que estarás pensando...

- yo señora en nada.

-que lastima-le digo alejándolo.


Pero entre risas me sujeta de la cintura por detrás, Bankotsu empieza a subir el tul de mi vestido, acariciando mi muslo, su mano caliente me dan escalofríos.


-te quiero comer-susurra mordiendo el lóbulo de mi oreja.

-yo también-contesto excitada.


Saca la mano de mi falda y baja el cierre del vestido, este cae rosando mi piel, le ofrezco una vista de mi trasero, escucho un pequeño gruñido, esta noche uso una tanga blanca y un sostén de encaje blanco, sonrió al ver ese brillo en sus ojos, mis manos empiezan a quitarle la camisa, tocan su pectoral musculoso, la camisa sale volando, mientras mis manos abren la bragueta para quitarle el pantalón, deseo estar con Bankotsu, sentirlo en mí.


Lo miro una vez que queda desnudo, muerdo mi labio al mirar el cuerpo que se carga mi esposo, mis recuerdos no se comparan en nada a esto, extiendo las manos tocando su abdomen, el me mira divertido, le gusta que le toque, mis manos bajan con delicadeza por su cuerpo, están ansiosas por sobarlo, gruñe cuando mi delicada mano rodea su miembro, es tan grande como recuerdo, mi mano apenas y lo cubre, pero consigo darle un masaje, me hinco frente a él y mi boca lo come, paseo la lengua a lao largo y ancho, quiero gravarme cada parte de su cuerpo, sentir su sabor, que disfrute con mi boca, lo cual creo estar haciendo porque suelta un gemido ronco.


Mis recuerdos se quedan cortos con esta sensación que me está provocando, la hago parar, sus ojos brillan tanto, la observo y lentamente le quito la ropa interior, beso su hombro mientras mis manos están en su cintura, voy bajando lentamente hasta encontrar un seno, respiro sobre él, la escucho contener el aliento, me excita su simple contacto con su piel, beso sus labios hasta dejarle hinchados los labios, mi mano esta entre sus piernas, puedo sentir la humedad emanar de esa zona oculta, prohibida para todos, menos para mí, la encamino a la cama donde se deja caer, abro sus piernas y me doy una vista de su centro húmedo, sus labios vaginales están rosaditos por la excitación, sostengo sus piernas y meto la lengua, voy penetrando con ella, succiono por ratos, es un sabor delicioso, la siento retorcerse, mientras sigo con mi lengua dándole placer, escucho que grita mi nombre y se viene mojando su zona.


-Bankotsu...

-shhh...-le digo acomodándome entre ella-déjame sentirte.


Mi verga siente su zona caliente, voy entrando en ella, saboreo la presión que ejerce, es tan estrecha, es tan caliente, es tan mía, que casi lloro de felicidad, en todos estos meses, me sentí un ser sin vida y ahora esta mujer, mi mujer, mi mocosa, me estaban demostrando que el amor no es PROHIBIDO, cuando nace del corazón, la embisto con fuerza, metiendo y sacando todo, para volver con una nueva estocada, llagando hasta el fondo, produciendo gemidos en ella, busco su seno para lamer, mordisqueo su pezón, sus labios y los míos se encuentran bailando de forma salvaje, es tan intensa, ¿Dónde está la niña que un día conocí?


Amor Prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora