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Kikiu se encontró llorando decepcionada por las palabras de Inuyasha, si ella no era para él, entonces la vida no tenía sentido, ¿Por qué era tan cruel? Era divertido cuando era Kagome quien sufría, pero ahora era ella, se limpió de mala gana sus lágrimas, su mirada estaba perdida, susurro unas palabrotas y siguió su camino, no valía la pena.

-Kikiu-la voz animada de Suikotsu la hicieron elevar la mirada.
-así que estas bien-susurro sintiendo un cosquilleo al hacer contacto con la mano del hombre.
-no sé qué droga usaste con mi hermano, pero esta encaprichado contigo-menciono de mal humor Jakotsu.
-no necesito de ello, soy hermosa-dijo arrogante a un Jakotsu ofendido.
-déjenla, Kikiu no tiene por qué soportar sus ofensas-intervino Suikotsu.
-sigamos o no podremos alcanzarlos-hablo firme Renkotsu.
-van tras de Inuyasha-murmuro con una mueca-acaso quieres rescatarla de él, Bankotsu deberías apurarte porque él está tentándola.
-ella me pertenece-dijo rabioso.
-jajaja-se rio en su cara- solo porque Naraku la está obligando a estar contigo, no te ama, apenas este en compañía de Inuyasha y su tonto iluso amor por ti desaparecerá-dijo burlándose-nosotros no somos como ellos-murmuro triste-míranos estamos muertos.
-Naraku me regresara mi vida-comento cerrando el puño.
-nunca pensé que fueras tan iluso-contesto Kikiu entre risas y dejándose llevar por sus almas.
-y si ella tiene razón y Kagome solo está conmigo por Naraku-susurro, pero solo Renkotsu fue capaz de escucharlo.
-ella te ama de verdad-le dijo tocando su hombro-vamos, traigamos a nuestra hermana-ordeno a los cinco guerreros.

Sango y Shipo bajaron corriendo del lomo de Kirara para abrazar a Kagome, Miroku los siguió, Inuyasha estaba apoyado en un tronco con la cabeza baja, el monje se acercó a él, percibiendo un aura diferente.

- ¿Dónde estaba?
-iba a ser atacada por esos guerreros, la salve tiempo-dijo sin mirarla.
-peleaste con ella-cuestiono- Inuyasha así no lograras que ella…
-le ama-dijo resignado-Miroku… Kagome se enamoró del mercenario-escupió tal afirmación.
-no estará siendo controlada-comento esperanzado.
-una vez Kaede me dijo que el amor no se puede manipular-suspiro-la perdí.
-mírate como estas-susurro Sango señalando los hematomas de su cuerpo-esos malditos te lastimaron.
-no, Sango, ellos se infectaron con la neblina, pero no querían dañarme.
-Inuyasha llego a tiempo Kagome-susurro Shipo.
-no quería dejarlo, necesito regresar con él.
- ¿con él? -ambos se miraron extrañados.
-Bankotsu, lo tengo que ver y sentir parte de mí-confeso entre lágrimas.
-dios Kagome, que te han hecho-menciono asustada su amiga.

Los guerreros estaban convencidos de que Bankotsu amaba a esa mocosa, no sabían porque, pero su líder los necesitaba, así que le seguirían donde fuera, así sea el mismo infierno, corrían olfateando el aroma de Kagome, Ban iba adelante, los demás le seguían, nadie podía imaginar lo importante que se había vuelto Kagome para él, le necesitaba, sentir su piel, besar sus labios, no quería pensar en Inuyasha y ella, le mataría si llegaba a tocarla, la marca que había dejado en Kagome era difícil de romper, además él estúpido hibrido debería ser consiente que aquí en su época, ella era consideraba ya su esposa por haberla despojado de su inocencia, ¿esposa? Casi tropieza ante la idea, tanto la amaba como para declararla su esposa, ¡SI! Era suya, ahora, mañana y siempre, le pesara a quien le pesara.

La aldea estaba como siempre en silencio aquella noche, Kagome no podía dormir, tenían dos días que habían llegado con Kaede, el idiota de Inuyasha se había atrevido a pedir a la anciana un exorcismo, con los puños cerrados no le quedo de otra que mandarlo sin piedad ABAJO.

- el chichón era tan grande que puedes confundirla con una montaña-se burló Shipo.
-cállate enano o te hare uno-bufo Inuyasha.

En el bosque aledaño un grupo de siete corría con magistral silencio y fluidez, tenían una misión, recuperarla, Mukotsu utilizo una neblina para adormecer a todos, evitando interferencias, Bankotsu siguió su aroma, entro por la puerta sin seguro y los vio a todos, ella había caído dormida con la neblina, se acercó sin hacer ruido, aunque le valía madres despertar a alguno, la tomo en sus brazos besando sus labios.

-Bankotsu-murmuro entre sueños.
-he venido por ti amor-susurro.

Como llegaron desaparecieron en la oscuridad, más adelante una aldea fantasma los resguardo de la tormenta que inicio, el mercenario la miraba con la ropa extraña, que dejaba sus bellas piernas al descubierto, roso su piel suave con su mano morena, sintiendo la textura, se inclinó y beso sus labios, el contacto la hicieron abrir los ojos y perderse en los azules.

-dime que no estoy soñando-susurro ella colgándose de su cuello.
-ya estás conmigo de nuevo amor-susurro con ternura.

Sus labios volvieron a encontrarse, con desesperación sus lenguas danzaron, el distanciamiento los había dejado ansiosos, las manos de él ya recorrían sus piernas, alzando la falda de colegiala, haciendo a un lado la pequeña tela que la cubría, gruño al saberla tan expuesta, sus dedos reclamaron su centro húmedo, introduciéndose para hacerla gemir, ella aparto la cara respirando con dificultad, sus manos femeninas retiraron la ropa masculina torpemente mientras él disfrutaba con su cavidad húmeda, él no quería postergar aquello, la necesitaba, esos dos días fueron una reverenda tortura sin ella, parecía un maldito maniaco, su boca reclamo su aliento, deleitándose, arrebatando el aire de sus pulmones con una excitación sobrehumana, sus dedos nunca pararon, al contrario se profundizaron en su piel, reclamándola como suya, creando oleadas de placer en el cuerpo de ella, haciéndola clavar las unas en él, gritar su nombre sin pudor…

Bankotsu la dejo cuando el orgasmo se hizo presento, su verga estaba palpitando, matándolo, pidiendo atención, dejo expuesta morena piel, su abdomen bien formado la dejaban sin aliento, él subió en ella y apenas logro hacer a un lado la ropa íntima, se acomodó y con una fuerte embestida se dejó llevar por la pasión, esa sabrosa sensación de ultraje, de deseo, estaban presentes en cada estocada profunda que le daba, Kagome abría las piernas dejándolo entrar, llenarla, quería ser suya siempre, Ban saboreaba el pezón erecto, ella gemía sin parar, provocando excitación en él, saberse causante de tal explosión lo hacía moverse con más ímpetu, entraba y salía del cuerpo femenino, se amoldaban perfectamente, como si hubieran nacido para encontrarse, la vergota embistió, embistió, embistió, hasta que ambos tocaron un mundo lleno de sensaciones eróticas, donde el sudor, el golpeteo de sus cuerpos encontrándose y su jadeo, lleno la oscura noche, el semen del hombre la lleno y ella le mojo, marcándose como dueños y señores del otro,  Kagome no cabía en felicidad, lágrimas de satisfacción rodaban, él se las lamio y salió de ella, procurando recostarse con ella en su pecho, ambos suspiraron recobrándose de aquello.

Cuando el sol salió Sango se dio cuenta que su amiga no estaba, InuYasha encogió los hombros de mala gana y salió de la cabaña, se había ido con él, en que momento había perdido a Kagome, como pudo ser tan idiota, se regañaba, dejo atrás la aldea para ir por Kikiu, la encontró sentada en una roca peinando su lacio cabello, aún cuando lo percibió no hizo afán de mirarlo.

- ¿Dónde has estado?- cuestionó.
-no tengo nada que explicarte-conteste sin expresión.
-sigues enojada-murmuro acercándose a ella para que le mirara a los ojos.
-ya no, deberías irte y dejarme, al fin de cuentas soy una vasija vacia-sus palabras fueron una bofetada para InuYasha.
-Kikyu-le agarro sus manos- yo...
-no te molestes en explicar, es claro que Kagome es quien te importa-contesto y se elevó con sus almas.

InuYasha se sentía herido las dos mujeres de su vida lo habían dejado, como había conseguido ello, eres un tarado pensó golpeando con fuerza un árbol, partiendolo en dos.

Continuara...

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