II

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JiMin estaba estupefacto, una mezcla entre odio, resentimiento, impotencia, desesperación e ira lo rodeaban. Apretaba sus manos, furioso de lo que su padre había hecho.

Su madre estaba golpeada y su padre tenía un jarrón roto en sus manos, la sangre caía por el rostro de su madre hasta el piso de madera de la humilde, pobre y desgastada casa. El hombre parecía tener una sonrisa de satisfacción, nadie ayudó a su madre, los gritos de ayuda se han de haber escuchado por toda la aldea y nadie hizo nada para defenderla o impedirlo, sin pensarlo tanto, se dirigió al hombre que penosamente llamaba padre y lo tiró al piso de un golpe.

- JiHyun ve a mi habitación- le dijo a su hermano menor quien estaba petrificado- ¡Ahora, JiHyun!- el niño de tan solo siete años corrió hacia donde JiMin le dijo. Y se encerró.

JiMin tomó al hombre del cuello y con dolor le vió, allí estaba el hombre que había sido bueno con ellos, pero ahora era un monstruo. Uno que abusaba y maltrataba, uno que apenas podía mantenerse de pie por la cantidad de alcohol que ingería. Uno que los asustaba...

Pero ya no mas, ese día se acababa para ellos. Golpeó a su padre tantas veces que incluso sus nudillos sangraron. Sus puños dolían, las lagrimas caían de sus ojos, su voz estaba apagada de las cosas que nunca pudo decir, su cuerpo entero quemaba por lo que sentía.

- Mataste a mamá...- le dijo con repulsión. El hombre ya no respondía, estaba inconciente y JiMin con golpes suaves en el pecho del hombre, se apartó de su cuerpo. Y fue al cuerpo inerte de su madre.

La abrazó, y trató de encontrar el pulso de su madre pero falló. Ella ya no respiraba. Se arrepiente de no haber actuado antes, de no haberse ido de esa casa, de permitir tanto maltrato.

- No me escuchaste mamá...- le dijo con dolor.- JiHyun, estará bien- le prometió- Lo lamento tanto... fui un mal hijo, debí haber hecho algo antes...

Dejó el cuerpo de su madre y miró sus ropas manchadas de un rojo muy potente. Se quitó la camisa de manta que llevaba puesta y fue hasta la parte trasera de la casa. Se bañó y limpió su cuerpo lo mas que pudo. Entró de nuevo. Y se dirigió hacia su habitación y entró.
JiHyun tenía los ojos hinchados de tanto llorar, y estaba dormido sobre su futón. Empacó algunas prendas suyas y de su hermano. No sabía a dónde irían pero ya no podían estar allí. Tenía dinero para subsistir al menos dos meses, siempre había sido su plan huir con su madre y hermano pero la mujer no quería dejar a su marido.

Envolvió todo y cargó a JiHyun para irse de la aldea.

Esa noche de neblina la pasó a la interperie. Vigilando del sueño de su hermano menor, quien ni se inmutó ante su caminar y tropezones. JiMin sabía que las cosas serían complicadas pero debía buscar la manera de proteger a su hermano a cualquier precio. No importaba tener que trabajar día y noche sin descanso, bastaría que su hermano fuera feliz y pudieran olvidar el amargo recuerdo de los matratos y abusos.
Y aunque a JiMin le doliera, olvidaría a su madre... lo haría, su hermano sería lo único por lo cual viviría de ahora en adelante.

Nada mas importaba... su hermano sería su primordial prioridad. Y JiMin se aseguraría de no permitir que alguien vuelva a ponerles la mano encima.

《☆》

Del otro lado de la región, en una de las provincias mas ricas del país, un hombre con ropas de seda, se encontraba en su habitación, leyendo como era su costumbre a la luz de la vela, que era su única compañía en ese momento.

Disfrutaba del silencio, donde podía reflexionar y analizar todo lo que sucedía a su alrededor, a pesar de su rango, no era tan vil como otros nobles. Hasta la fecha no había matado a nadie por placer propio y tampoco es que abusara de su autoridad para hacer lo que le plazca. Siempre había sido así. Su abuelo le enseñó que un ser amable y bondadoso era mil veces mejor que habitaciones llenas de tesoros y lino fino, el respeto era la joya mas importante pero que muchos habían olvidado poseerla.

Su rango le permitía tener cierta libertad, que él amaba tener. No debía rendirles cuentas a nadie.

Su vida había sido solotaria y muy tranquila, era un rico comerciante de telas y especies. Y apesar de sus trajes eran hechos de las mas delicadas sedas y linos, él era un hombre muy tranquilo. De semblante serio y que podía resultar intimidante para quien no lo conociera.

Y aunque muchos lo veían como alguien tenebroso, para otros solo era YoonGi, el hombre que los ayudaba, y que a pesar de sus riquezas no los veía de menos ni los menospreciaba.

Hasta él mismo se sentía así, estaba en contra de los maltratos que muchas veces ejercían los soldados o la Guardia a los pobres campesinos, que a veces ni siquiera tenían para comer, le daba nostalgia al ver a tantos niños muriendo de hambre sin sus padres, pues el Reino no se hacía responsable de ellos. Le daba impotencia ver como maltrataban a las mujeres, y repugnancia cuando sabía de jóvenes que habían sido violentadas y abusadas.

El odiaba cualquier forma de maltrato. No soportaba la idea de dañar la integridad de otra persona.
Y aunque muchas veces podía defender a algunos, muchos mas sufrían en silencio.

Detestaba muchas leyes que el Reino tenía, pero hasta que pudiera encontrar un lugar lejos, donde vivir y descansar y poder formar una familia, tendría que seguir en esa situación tan compleja y díficil.

GeishaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora