Capítulo 12

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Llego a la cabaña y ya está anocheciendo. El cielo está encapotado y lleno de nubes, parece que va a llover a mares. Entro y están todos en el sofá y en el suelo hablando entre ellos y sonriendo como pueden. No se pueden olvidar de todo lo ocurrido a estás horas.

- Menos mal que acabas de llegar porque ya está lloviendo mucho - me dice Chloe mirando hacia la ventana.

- Me he dado la vuelta por lo mismo. He visto que el cielo estaba para llover y no he podido comprar nada - digo dirigiéndome a la encimera de la cocina para coger un vaso y llenarlo de agua.

- Ya que no hay comida, Álvaro, Valentina y yo hemos decidido salir a comprar algo antes de que cierre el supermercado porque no tenemos nada de comida - nos dice Aitana levantándose junto con los que ha nombrado.

- Tenés mucho cuidado - les digo.

Pasan unas horas y no aparecen. Decido subirme a mí habitación para descansar. Cuando estoy subiendo las escaleras, Toni me agarra de la muñeca y me hace parar.

- ¿Estás bien? - pregunta mirándome fijamente.

Lo miro confundida pero sonrió un poco por su preocupación.

- Si, tranquilo, estoy bien - le contesto.

Me giro para subir lo que queda de escaleras y me suelto de su agarre. Llego a mi habitación y me tiro en la cama sin quitarme nada. No tardo en quedarme dormida.

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Me levanto y no sé qué hora es, pero supongo que es temprano al ver por la ventana de la habitación que esta amaneciendo. Descubro que he soñado con Iván, seguía diciendo en el sueño la frase ya famosa pero el sueño terminaba con un beso. Me sonrojo ligeramente y me dirijo al cuarto de baño sin hacer ruido.

Abro la puerta del baño y cuando enciendo la luz veo a Álvaro sentado en el suelo, rodeando sus piernas con los brazos, tiritando y mojado.

- ¿Qué ha pasado? - pregunto aterrada y confundida a la vez acercándome a él despacio.

Sube la mirada despacio hacia mí para mirarme fijamente.

- No están - dice bajito. Apenas de le entiende.

- ¿Cómo que no están? - pregunto totalmente nerviosa -. ¿Qué ha pasado, Álvaro?

Agacha la mirada y solloza.

- No están - sigue sollozando cada vez con más intensidad.

Con falta de aire me doy la vuelta rápido y salgo corriendo hacia abajo. Bajo las escaleras de dos en dos y una vez abajo abro la puerta y salgo al exterior.

- ¡Valentina! ¡Aitana! - grito desesperada dejándome la voz.

Lloro. Sollozo. No puedo creer que pase esto otra vez. Es demasiado. No sé qué hacer y corro en la única dirección en la que puedo estar segura.

Llego al motel y rápido abro la puerta y entró deprisa sin mirar a ningún lado. Subo las escaleras y llego a la habitación número 3. Llamo muchas veces desesperada y llorando. Abren la puerta y caigo hacia delante pero unos brazos me cogen a tiempo. Me agarro a ellos fuerte y lloro.

- No puede estar pasando esto. ¡No puede estar pasando esto! - grito llorando.

- ¿Qué ha pasado, Laura? - pregunta abrazándome -. Tranquila, no pasa nada. Vamos a sentarnos.

Me lleva hacia la cama y nos sentamos como el día anterior. No me despego de él. Sigo llorando.

- Cuéntame qué ha pasado - propone.

- No están - repito las palabras que me ha dicho Álvaro en repetidas veces cuando lo he encontrado.

- ¿Quiénes no están, Laura? - me separa de él pero no me suelta.

- Valentina y Aitana - lloro y miro hacia abajo llevándome las manos a la cara.

- ¿Qué ha pasado? - pregunta.

- Me he levantado y he ido al baño y me he encontrado a Álvaro en el suelo, abrazándose las piernas, tiritando y mojado entero - relato visualizando la imagen otra vez en mi cabeza -. Le he preguntado y lo único que me ha dicho es que no están - sollozo -. He salido corriendo y he gritado sus nombres sin entender qué ha pasado realmente y he venido al único lugar en el que me siento segura - lo miro llorando y sin saber que hacer.

- Tranquila - me abraza y recorre sus manos por mi espalda.

- ¿Por qué, Iván? - pregunto en voz baja y lo miro -. ¿Por qué pasa esto?

Me mira de vuelta y me agarra la cara con las dos manos. Se acerca a mí y pega sus labios a los míos. Me está besando. Como en mi sueño. Sin saber que hacer, me dejó llevar y pongo las manos en su cuello y lo abrazo. Nos separamos para coger aire y sonríe.

- Lo siento. No he podido detenerme - dice sonriendo.

Niego con la cabeza en señal de que no pasa nada, retiro mis brazos de su cuerpo. Me limpia las lágrimas de la cara con sus dedos y me gira la cara para mirarlo.

- Laura, tienes que estar atenta. Te lo ha puesto en bandeja - me dice.

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