Capítulo 25

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Al día siguiente...

Llego a casa acompañada de Iván pero no quiere entrar ya que sabe que tengo que hablar con mi familia. Le prometo que lo voy a llamar más tarde.

Entro en casa despacio con mi maleta y cierro la puerta detrás de mí.

Huelo mi hogar después de todos estos días fuera. Lo echaba de menos. Todo esto. Lo que ha pasado a sido terrible.

Cuando terminó todo llamé a mi madre para decirle que iba de vuelta, y ella me preguntó si pasaba algo ya que conocía mi voz muy bien. Le dije que ya le contaría cuando llegará. Y creo que ha llegado el momento.

Dejo la maleta en el descansillo al lado de las escaleras que se dirigen al piso de arriba y me dirijo hacia la cocina. No hay nadie en ella. Me extraña ya que siempre están en la cocina, así que voy hacia el comedor y el salón que están conectados. Están los 3 sentados en el sofá, cada uno al lado del otro.

- Hola - digo en voz baja, saludando.

Giran sus cabezas por encima del sofá y yo me dirijo rodeando el sofá para colocarme enfrente de ellos. Bajo mi mirada hacia los dedos entrelazados entre sí sin saber que decir ni por donde comenzar la historia.

- ¿Qué ha pasado? - se atreve mi madre a preguntar ante todos.

- Lo voy a contar...

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Unos días después...

Tras todo lo ocurrido, llega el momento de decir adiós a los amigos que fallecieron en los días transcurridos en la cabaña.

Los padres de Luis, Pablo y Elena están todos en el cementerio, junto con todos los demás que también han venido a despedirse de ellos. Mis ojos están empañados y no dejo de mirar hacia abajo.

Una mano agarra la mía con fuerza; Iván. Miro nuestras manos entrelazadas y suelto una sonrisa triste. Miro sus ojos y me toca la mejilla con una mano. Detrás de él veo a Sonia. Le sonrió como puedo, también de manera triste. Ella me devuelve el gesto y mira hacia delante.

Todos nos giramos para mirar hacia la persona que estaba hablando para comenzar el entierro de mis difuntos amigos. A todos se nos escapan las lágrimas. No podemos controlarlas. Yo la primera ya que he vivido muchas cosas con ellos. Desde tonterías en los pasillos del instituto, en las calles cuando salíamos a dar una vuelta, cuando íbamos de fiesta y nos divertíamos... Todavía recuerdo las risas de todos nosotros al hacer cualquier estupidez. Sonrió con tristeza contenida y con lágrimas en los ojos y rodando por mis mejillas. Iván me aprieta más fuerte la mano que me tiene agarrada y le devuelvo el apretón de forma muy débil. Miro a mis demás amigos que pudieron sobrevivir a todo gracias a Dios y me miran con tristeza y llorando. Me parte el alma vernos a todos así.

Llega el momento de las palabras de cada uno y de echar flores en los agujeros dónde están los ataúdes. Nos acercamos uno a uno para depositar nuestras mejores palabras.

- Gracias por todas vuestras tonterías y las mejores risas que me he podido echar en este momento de mi vida - dice Chloe con una sonrisa en la cara y lágrimas por sus mejillas. Echa una rosa roja en cada fosa y se retira a un lado mirando hacia el suelo.

- Nunca me olvidaré de todas las estupideces que hacíamos juntos y menos de los atrevidos que erais vosotros dos - dice Valentina mirando a los ataúdes de Pablo y Elena.

- Os voy a echar muchísimos de menos. Nunca pensé que dijera esto, seguro que os estaréis riendo de mí - dice Hugo con tono burlón al final pero lleno de tristeza.

- Espero que os hayáis ido sabiendo que os quiero porque sino me rompeis el corazón en mil pedazos - dice Toni intentando darle un toque de alegría a toda la situación.

- No me puedo creer que os hayáis ido tan pronto cuando teníamos nuestra vida planeada todos juntos, pero haré todo lo hablado realidad - dice Aitana que se vuelve para que Hugo la acoja entre sus brazos.

Todos me miran porque soy la única que queda por hablar de todos nosotros. Me acercó y me quedo en silencio sin saber exactamente qué decir.

- Bueno... - empiezo y enseguida me quedo callada por un momento -. Las mejores, las más bonitas cosas del mundo no se pueden ver ni tocar - hago una pausa para coger aire y que no me tiemble la voz -,
sino sentirlas con el corazón. Cada vez que se esté triste, recordaremos lo afortunados que fuimos al teneros a nuestro lado. Querer ha sido fácil, olvidar va a ser imposible - termino con una lágrima cayendo de mi ojo en dirección al suelo. Cierro mis ojos y tiro una rosa roja a cada fosa, antes dándole a cada una un beso.

Me giro hacia mi sitio y me cobijo en los brazos de Iván.

Vemos cómo echan tierra para tapar las fosas descubiertas con los ataúdes dentro y le damos nuestro penúltimo adiós, porque nunca se puede decir último.

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