II - VIII. Se trata de ti

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—EL ATAQUE A WESSEX debe ser pronto —la voz del rey Horik desprendía impaciencia e inquietud a partes iguales—

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—EL ATAQUE A WESSEX debe ser pronto —la voz del rey Horik desprendía impaciencia e inquietud a partes iguales—. Me dijiste que necesitabas tiempo para preparar tus barcos. Ya ha pasado demasiado tiempo.

El conde Ingstad sonrió ante la insistencia, imperturbable.

—Mis barcos estarán preparados para la próxima luna llena —habló al fin, con la firmeza que le caracterizaba—. Solo debes seguir siendo paciente hasta entonces.

Horik frunció el ceño, procurando no perder los estribos. Habían pasado meses desde que Lagertha partió de vuelta a Hedeby para empezar a prepararse para la incursión, meses en los que había visitado reiteradamente Kattegat para ver a sus hijos e informar de sus avances a sus aliados, pero el rey ya estaba cansado de avances. Quería partir ya, y quería vengarse de aquel rastrero rey sajón cuanto antes.

—Me estoy cansando de ser paciente —replicó.

—Pues descansa de ser tan impaciente —habló Björn, parado de espaldas a los adultos en compañía de su hermana Dahlia, sin titubear en pararle los pies al rey—. La luna llena está más cerca de lo que parece, así que podrás aguantar, rey Horik.

El primogénito de Ragnar volvió la cabeza solo para corresponderle una mirada a Horik, quien miró al joven con desconcierto por su intervención.

Junto al rey, su hijo Erlendur, quien no despegaba los ojos de Dahlia, vio a la adolescente compartir una mirada divertida con su hermano. Los hijos de Lagertha hicieron uso de todo su autocontrol para no echarse a reír.

La situación, cómica para unos e incómoda para otros, se vio interrumpida con la llegada de una de las esclavas del Gran Salón a la playa, que se dirigía hacia Björn a paso ligero.

—¡Tu padre tiene un nuevo hijo! —informó, acaparando con aquellas palabras la atención de todos los presentes.

Aslaug llevaba casi dos días de parto, y parecía que el momento en que naciera su cuarto hijo nunca llegaría.

—¿Otro varón? —Björn se aproximó a la esclava con una extraña familiaridad mientras lanzaba la pregunta al aire, a la que ella asintió en respuesta.

Todos se reunieron en torno al joven al tiempo que asimilaban la noticia, a excepción de Lagertha, quien quedó discretamente relegada a un segundo plano.

—Debo felicitar a tu padre —anunció Horik—. Nunca es malo tener un varón. Parece que los dioses no se cansan de darle a Ragnar sus bendiciones. —Dahlia frunció la nariz al oír el notable resentimiento que impregnaba las palabras del rey, quien pronto abandonó el lugar.

—Yo también me alegro por Ragnar —recalcó Erlendur, mirando a la Ragnarsđóttir mientras hablaba, como si solo se dirigiese a ella. Aquello hizo que se ganase una mirada hostil por parte de Björn, aunque el príncipe, embelesado como estaba, ni se percató de ello.

Ragnarsđóttir | VIKINGSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora