❝Hay cinco Ragnarsson en el mundo, pero Ragnarsđóttir, solo una❞
―Ragnar
¿Cómo habría sido la historia si una hija de Ragnar Lothbrok hubiese vivido para cambiarla?
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➤ FanFic de la serie "Vikingos"/"Vikings"
➤ No es necesario haber...
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LLEVABA MÁS DE TRES CALLES INTENTANDO LLEGAR A SU OBJETIVO y aún no lo había conseguido. Björn tenía razón, la chica a la que seguía era bastante escurridiza, pero Dahlia por fin había dado con ella y no iba a rendirse ahora.
Se sorprendió al ver a la joven detenerse ante una herrería y observar las espadas que exponían para vender, pero no iba a tener una mejor oportunidad de alcanzarla que aquella, así que no podía entretenerse.
Cuando llegó a su lado, disimulando lo suficiente para no captar su atención, ella estaba mirando una espada larga que sin duda sería demasiado incómoda y pesada para los primeros entrenamientos de una exesclava.
—No creo que esa espada fuese la indicada para alguien que nunca ha entrenado antes —le comentó Dahlia distraídamente—, una más corta sería mejor.
—Pues yo no creo que haya pedido la opinión ni los consejos de nadie —respondió la muchacha sin siquiera mirarle.
Su carácter hizo sonreír a Dahlia. Le gustaba.
—Solo intentaba serte de ayuda —rio la escudera—. Eres Thorunn, ¿verdad?
—Sí, y no creo que tú seas quién para... —su expresión molesta dio un cambio drástico al voltear hacia ella y descubrir de quién se trataba. Las palabras se le atascaron en la garganta y no supo cómo excusarse—. Oh, lo siento. Perdóname, no sabía que eras la Ragnarsđóttir.
—Llámame Dahlia —le pidió, frunciendo la nariz—. Soy hermana de Björn, puedes ser cercana conmigo.
Thorunn asintió y rio por lo bajo, intentando no verse avergonzada. Ambas se sonrieron cálidamente, observándose la una a la otra.
—Quería hablar contigo —confesó la escudera—, ¿me acompañas?
—¿De qué quieres hablar? —cuestionó la joven tras empezar a pasear junto a ella.
—Björn me contó que discutisteis. No te enojes con él, yo le presioné para que me lo dijera —explicó al ver que el ceño fruncido de Thorunn volvía a acentuarse—. A lo que voy es que fue un malentendido. Él ha estado mal durante días desde entonces.
—Si tan afectado está, ¿por qué no ha venido él mismo a disculparse?
—Porque, al parecer, tampoco es que tú le hayas dejado mucha opción.
La joven miró de reojo a Dahlia, recelosa. En eso tenía razón.
—Así que envía a su hermana en su lugar y espera que con eso le perdone —comentó, sarcástica.
—De eso nada —rio la Ragnarsđóttir—, he venido por voluntad propia. Para hacerte saber que él quiere arreglar las cosas, pero no podrá si no le das la oportunidad.
—Ya veo —asintió, notablemente desconfiada—. Y, ¿por qué haces esto? ¿Por qué te has tomado la molestia de intentar arreglar el estropicio de tu hermano?
