I - V. Duelo

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EL AULLIDO DEL CUERNO resonó por todo Kattegat, anunciando un duelo que estaba a punto de comenzar

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EL AULLIDO DEL CUERNO resonó por todo Kattegat, anunciando un duelo que estaba a punto de comenzar. Ragnar cojeó a lo largo del muelle, seguido por su familia y con la mirada fija en la multitud congregada en la entrada portuaria del pueblo, formando una ancha circunferencia en torno al espacio reservado a los combatientes del duelo.

Y es que esos no serían otros que el propio Ragnar Lothbrok y el conde Haraldson. Allí pelearían hasta que uno de los dos muriese a manos del otro, así resolverían al fin la rivalidad inacabable entre ellos, tal y como amparaban las leyes.

Hacía tan solo unos días atrás, Ragnar pidió a Floki un último favor: que fuese a retar a un combate singular a Haraldson por él. A decir verdad, en ese momento no creyó que Haraldson fuese tan necio como para aceptar su reto, mas no perdía nada por intentarlo. Y dichoso el momento en que Floki regresó con la noticia de que el conde había aceptado la propuesta.

Y allí estaban ahora. Ragnar, con sus heridas apenas cerradas, se disponía a combatir a vida o muerte contra un hombre que, pese a estar cerca de la vejez, tenía todas las de vencerlo con facilidad. Lagertha y sus hijos, entre la multitud, rezaban a todos los dioses que conocían por la victoria del Sigurdsson, pero las plegarias no aplacarían sus bien justificadas inquietudes.

Ragnar se detuvo en el centro del rodal desocupado, con todas las miradas puestas sobre él. En ese momento apareció Haraldson, escoltado por Svein y sus hombres, quienes pronto se dispersaron para dejar al conde a solas cara a cara con él.

—¡Este es un combate singular! —La aguda voz de Svein llegó a oídos de todos los allí presentes—. ¡Cada luchador puede elegir las armas y escudos que prefiera; cada uno tendrá dos escudos! ¡Si ambos se rompen, no podrán coger ningún otro!

Un esclavo se apresuró en entregarle al conde la espada que le correspondía y retirarse lo antes posible de la escena. Los combatientes, ambos con escudo y espada en mano, se sostuvieron la mirada de forma desafiante por unos segundos. Retándose. De pronto Ragnar lanzó una serie de estocadas contra el escudo de su adversario, quien se limitó a retroceder hasta que lanzó un contraataque que hizo chocar las espadas. Los siseos metálicos llenaron el aire. Al recibir una fuerte estocada contra su escudo, Ragnar se alejó unos pasos, recuperando el aliento.

Haraldson volvió a acortar la distancia entre ellos, y ambos se enfrascaron de nuevo en una reñida lucha. Las plegarias a Odín y Freyja de Lagertha se interrumpieron cuando la espada de Ragnar, al estrellarse una vez más contra el escudo del conde, se partió por la mitad. Ante eso, Haraldson pareció quedar aturdido, y su rival usó esto a su favor para golpearle el rostro con el escudo hasta que fue capaz de devolverle los ataques.

Y entre golpe y golpe, ambos escudos se rompieron.

Ragnar quedó desarmado frente al conde, pero este se deshizo de su espada para igualarlo. Sin embargo, cuando vio al granjero tomar un hacha, aceptó la que uno de sus hombres le ofreció. No titubeó en blandir su hacha en el aire, mas Ragnar la esquivó ágilmente, y pronto se encontraron enfrascados en la pelea una vez más, cada uno resistiéndose al arma del otro. Haraldson vaciló cuando recibió un fuerte golpe con el mango del hacha en el rostro; a cambio, Ragnar recibió un corte en el pecho poco después.

Ragnarsđóttir | VIKINGSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora