Diario de DIO

~5~

Durante mucho tiempo pensé en deshacerme de mi progenitor, pues se había convertido en una sanguijuela asquerosa.

Ahora no puedo decir que fue un acto de odio, pues realmente no lo odié. Él siempre trató de sobrevivir como pudo, ya sea robando o aprovechándose de los demás, no podía culparlo por eso. En el pueblo eso era lo correcto, él estaba en lo correcto y mi madre estaba equivocada.

Mi padre enfermó debido al alcohol, y el plan de asesinarlo al fin podía ponerse en marcha.

En Ogre Street, un lugar donde vivía puro mal viviente, encontré a un asiático que vendía veneno, uno imposible de reconocer por lo silencioso y desconocido que era. Con ello decidí hacerlo, pues no me convenía tomar un cuchillo y llevarlo a cabo con mis propias manos.

Los síntomas aparecieron con rapidez. Él pensaba que realmente le daba medicina para aliviarlo. Vaya estúpido.

Dolor en el pecho, dedos inflamados, tos... Era poco pero sufría.

Escuchaba sus lamentos a diario, era música para mis oídos. Él prefería morir alcoholizado que recibir la supuesta medicina, así que se lo entregaba con gusto junto con el veneno.

En su lecho de muerte, él me llamó, diciéndome que fuera a la casa de los Joestar, que ellos le debían un favor y cuidarían de mí, a la vez que me entregaba una carta para esa familia.

Él odiaba a los nobles, ¿por qué querría que uno me cuidara? Él se preocupó por mí, algo que jamás había hecho, ¿eso lo convertía merecedor de ir al cielo? Tal vez.

Si yo, DIO, llego al cielo, quiero comprobar si mis padres están allá.