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Jonathan no se defendió de todos los ataques que le hice, al contrario, los recibía sin chistar... Perdía el chiste, no sentí completa satisfacción, debía mostrar debilidad ante mí pero no fue así, su fuerza siempre se mantuvo.

Lo único que me complacía era escuchar sus ridículos llantos en la noche. A diario sin falta, había un motivo por el cual terminara así de roto, y todo gracias a mis intentos de desgraciarle la vida. Me burlaba de él en silencio, pareciéndome un niño ridículo y mimado.

Oh, Jojo, si sólo te hubieras escuchado desde mi perspectiva... Eras tan gracioso y patético.

Con el paso de los meses, me enteré que salía con Erina Pendleton, la hija de un médico del pueblo. Era una tonta como mi madre, perfecta para darle el suficiente ánimo a Jonathan y sacarlo de la depresión. No pude soportar que Jojo recobrara las esperanzas, no lo merecía. Decidí ponerme manos a la obra.

Para entrar en contexto, en ese tiempo, una mujer debía llegar virgen al matrimonio, sólo podía tener una pareja en su vida o era rechazada por la sociedad, teniendo de último recurso la prostitución. Mi propósito era desprestigiar a Erina para que ella misma se alejara de Jojo al creer no merecerlo como hombre.

Una tarde la esperé con un par de chicos en un camino rural, cerrándole el paso y besándola sin su consentimiento. Ese acto iba a ser lo suficiente para que se alejara y sintiera vergüenza de sí misma. Le restregué en la cara que su primer beso no fue Jonathan, sino yo, DIO. Pensé que terminaría ahí, pero la estúpida limpió sus labios con agua del suelo; no pude evitar tomarlo como un insulto hacia mi persona.

Terminé abofeteándola y llamándola puta. Fue un grave error hacerlo, Jonathan enfureció cuando se enteró, jamás vi esa faceta de él con anterioridad.

Como todo un caballero, Jojo defendió a su amada idiota; un acto vomitivo en mi opinión. Erina no merecía ser defendida, su sola existencia era un desperdicio... Era tan buena, santa, estúpida e inocente que recordar que tuve que besarla me causa náuseas. 

Diario de DIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora