~24~

167 12 0
                                    

Recordé que amenacé a Jonathan después del incidente tan vergonzoso que tuvimos en mi habitación.

Había escrito con anterioridad que nunca más hablamos del tema, pero olvidé ese pequeño detalle.

Jojo no vendría a mi mente si no fuera por los sentimientos encontrados que tuve con él. Era un imbécil, ¿cómo pudo atraerme alguien así? Aborrezco ese sentir.

Me gusta su cuerpo, debo admitir que es hermoso, incluso se lo dije en nuestra última pelea... Ni en ese momento pude ocultar mis asquerosos sentimientos.

En fin... No venía a escribir sobre el cuerpo de Jonathan, es vergonzoso, aunque toda esta parte será así.

A los días enfrenté a Jojo para amenazarlo, si decía alguna palabra de ello era mi fin, aunque dudaba que lo hiciera, según era un pulcro caballero que amaba a su estúpida doncella... Un pensamiento demasiado nauseabundo.

Tomé a Jojo a la fuerza, encerrándolo en el baño del colegio, tirándolo al suelo antes de cerrar con llave. Me posicioné encima de él, presionando con fuerza sus hombros contra el suelo.

"No le has dicho a nadie, ¿verdad?" Cuestioné con furia. Jonathan sólo negó con la cabeza, mirándome confundido.

"Nomas me entero de que dices alguna palabra y considérate muerto, Jojo."

Cedí de nuevo ante mis impulsos, sintiendo por última vez sus labios. Lo odiaba, en serio odiaba y aún repudio el no poder controlarme en ningún momento con él.

Me sentí sucio, si alguien nos descubría era posible que nos castigaran de una manera inenarrable.

Tras ese último beso, estampé mi puño contra su pecho antes de disponerme a salir.

Siempre odié a Jonathan, pero a veces me cuestionaba el por qué, él siempre fue bueno conmigo a pesar de lo mal que le trataba... Sí, eso era: siempre fue bueno, estúpidamente bueno con todos; no importaba qué tanto le hicieran, el perdón siempre cabía en su corazón. Él me perdonó y apreció incluso en el último momento. Realmente no merecía morir, pero era necesario para mi objetivo; su hermoso cuerpo debía ser mío, sin él no obtendría el poder que tengo ahora, aunque siga luchando para evitar fusionarse completamente a mí.

Le quise... Ese querer me trajo tantos problemas conmigo mismo, las peleas internas eran mi pan de cada día. Era mi hermano adoptivo, le odiaba, pero le quería románticamente, ¿por qué era tan difícil sólo odiar?

Quise obligarme a rechazar ese sentimiento... Con el tiempo me di cuenta que no podía hacer nada contra él, así que lo usé para alimentar mi ira, tomar los celos por su amor a la inútil de Erina y utilizarlos en su contra.

Utilizaría todo con tal de obtener la fuerza necesaria para hacerle sufrir al igual que él lo hacía indirectamente conmigo.

Diario de DIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora