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El tiempo pasó, olvidamos lo ocurrido esa vergonzosa noche, seguimos nuestro camino como si nada hubiese pasado.

Le odié con todo mi ser después de lo sucedido. El intento de ocultar mi atracción hacia él se vino abajo en un abrir y cerrar de ojos. No podía creer que cedí ante la debilidad.

Cuando cumplimos la edad suficiente para reclamar la herencia, decidí deshacerme del señor Joestar con el mismo método que utilicé con mi padre. Contacté al mismo asiático en Ogre Street, dándome el suficiente veneno para asesinarlo sin tener que volver.

Fingí ser buen hijo al atenderlo, darle la supuesta medicina, cuidar de él aunque por dentro quisiera simplemente colocar una almohada en su cara y asfixiarlo... Su estado de salud era grave, no iba a matarlo por placer, quería que dejara de sufrir. Sus quejidos cada noche me tenían exhausto, añadiendo el asqueroso llanto de Jonathan en la pieza de a lado, el cual había vuelto por la delicada salud de su padre. Imbécil.

Todo marchaba con tranquilidad, mi plan brindaba frutos, la salud del señor Joestar me indicaba que en pocos días moriría. Si no fuera por la estúpida carta de mi padre, mi plan hubiera funcionado... ¡Cómo te detesto, Jojo! ¡De no ser un entrometido mi objetivo habría sido un éxito! ¡Maldigo a Dario por haber descrito sus síntomas y con ello arruinar mi victoria! Después de muerto aún seguía dándome problemas.

Jojo y yo tuvimos una pelea en el segundo piso, la cual me dejó herido tras ser lanzado y caer en la primer planta. No podía con el coraje. Una mirada de odio puro se dirigió a Jonathan: destruyó mi propósito, derrumbó mi orgullo... A pesar de tener sentimientos hacia él, mi idea de asesinarlo seguía en pie.

No descansaría hasta ver a Jonathan Joestar muerto. 

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