Proyecto HUMO

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Cuando la humanidad comenzó a destruirse, los gobiernos convocaron a cientos de jóvenes con tal de preservar la especie. Un proyecto llamado HUMO (humanos modificados) del cual participe. Muchos de ellos acudieron, otros tantos se quedaron temerosos de lo que podría suceder. Los temerosos tuvieron la suerte, bueno, más o menos. Los otros fueron utilizados para hacer experimentos. Les dije que jugar con el material genético no era una buena idea, pero no me hicieron caso.

Y comenzó el caos.

Esos jóvenes se convirtieron en monstruos que devoraban todo a su paso. Criaturas que a pesar de su aspecto son inteligentes, porque no cazan a cualquiera. Salir es un peligro. Pero cuando el número de la población se ha reducido y ya no hay que comer. Bueno, tus instintos te guían, eso y tus pocas amistades.

Salgo de la casa y camino mirando a mi alrededor. Esos monstruos podrían provocarte pesadillas con tan solo mirarlos. Ya no parecen humanos, sus manos son garras, sus rostros no tienen ojos solo se guían por el oído. Sus dientes son tan fuertes como los de un tigre, su piel se desprende a cada paso. Al solo pensar me recorre un escalofrío. Aprieto la escoba que tengo en mis manos y acomodo la sartén, bendita rapunzel. Mi experiencia dice que no me tocaran, así que boto un suspiro y camino sin descuidarme a Las Grandes Máquinas. Así se les llama a las dispensadoras de alimentos en latas. Se supone que en ese lugar nos juntaremos. De pronto, escucho pasos y gritos a lo lejos que cada vez se hacen más fuertes.

―¡Cometela a ella, imbécil!

Miro a mi alrededor y veo a jóvenes corriendo. Se están acercando con rapidez, mientras detrás de ellos vienen los HUMO. Mi piel se eriza y miro al muchacho delante de mí que se detiene con la respiración agitada, mientras sus compañeros siguen corriendo.

―¡Por qué no te comes a esa vieja! —dice fulminado con la mirada.

Miro detrás y me agacho a recoger las latas sin hacerle caso al joven. ¿Quién se cree? Él está peor.

―¿Pero qué le sucede? —dice mirando al bicho que viene detrás—¡Yo soy el futuro! ¡Vamos, cometela!

Suspiro y lo miro aburrida mientras acomodo un mechón de mi pelo.

―¿Es enserio chico?

―¿Qué?

―Verás, soy "vieja" y esos bichos buscan carne fresca. Dicho en otras palabras: soy inmune. Así que te deseo una buena corrida, muchacho.

―Vieja loca.

―Puede, ―Me encojo de hombros―, pero deberías correr, ya viene cerca ―susurro apuntando detrás.

Apenas digo esa palabras los HUMO corren detrás de él. Pasan a mi lado sin siquiera mirarme. Sigo recogiendo las latas, mientras barro el lugar y acumulo madera. Vacío las latas y enciendo el fuego y espero que lleguen los demás.

―Nunca creí que ser "vieja" sería tan bueno ―menciono de buen humor.

Varios de mis compañeros comienzan a llegar para compartir. Mientras los más jóvenes corren por su vida, nosotros comemos tranquilos disfrutando de nuestra estadía.


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