Mami, ¿jugamos?

324 2 0
                                    



Miro por la ventana sin ver más que oscuridad. Hoy anochecido más temprano, apenas son las siete de la tarde. Mónica y Maco, el gato que la acompaña, ya deberían haber entrado. De pronto, las luz de la cocina comienza a parpadear.

―Mónica, cuántas veces te he dicho que no juegues con los interruptores ―menciono cortando el apio sin mirar la entrada.

La luz deja de parpadear y niego con la cabeza, esta niña me va a sacar canas verdes si sigue así. Tomo una zanahoria para cortarla en círculos y agregarla con las demás verduras en la olla. Dejo el cuchillo en la mesa y levanto la vista cuando de nuevo la luz comienza a encenderse y apagarse.

―Mónica... ―Parpadea una vez más y la deja.

Suspiro y vuelvo a cortar la cebolla, pero las luces comienzan a parpadear de nuevo. Limpio las manos en mi delantal y cuando voy a ir por ella quedo a oscuras. Boto un suspiro.

―Mónica, enciende las luces. Ahora, me voy a contar, uno... ―Comienzo a contar ya que eso sí que funciona.

Una risa infantil se escucha en la cocina y pasa por mi lado. Pego un brinco y coloco la mano en el corazón.

―No es gracioso...

Escucho como sube las escaleras y luego las baja sin cuidado. Pasa a la sala y se ríe encendiendo y apagando las luces de ese lugar. Hasta que de pronto, se queda en silencio. Frunzo el ceño, no creo que se haya golpeado ¿verdad? Tanteo con las manos las paredes para acercarme al interruptor que queda detrás de la entrada.

―Mamá.

―¡Dios! Mónica, qué susto.

―¿Por qué estás con las luces apagadas? ―menciona ella desde algún punto de la cocina. La luz se enciende y parpadeo un poco para acostumbrarme. La veo con las manos cruzadas mirándome con una sonrisa y Maco en sus manos―. ¿Es alguna especie de experimento?

Ruedo los ojos y la miro achicando la mirada.

―Tú las apagaste, niña, casi me das un susto. Creí que te habías caído.

Su sonrisa se borra y frunce el ceño.

―¿Qué?

―Estabas jugando con la luz y luego comenzaste a reír en la oscuridad. No me vengas con esas cosas Mónica.

Su rostro se torna pálido y se acerca mirándome seria dejando a Maco en el suelo y toma mi mano.

―Mamá, yo no he jugado con las luces. Todo este rato he estado en la terraza con Maco.

Apenas dice eso las luces se apagan haciendo que un grito se nos escape. La risa infantil se escucha de nuevo y siento correr por nuestro lado.

―Mami, ¿jugamos?

Mini RelatosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora