Leo el mensaje que me envió Respeto y tecleo.
¿Dónde estás?
La respuesta no demora en llegar.
Afuera, Autoestima es una tonta.
oh, oh, problemas. Eso significa que está llorando ¿Qué hizo Autoestima otra vez? Cada vez me aleja más.
―¿Profesor?
―Por eso deben ir detrás de la Señora Historia, sin ella no podrán vivir...
―¿Profesor?
―...y el Señor Sufrimiento será su compañero, no deben dejarlo ir, arrastrarse es lo que deben hacer.
―¿Profesor?
―Su dignidad no importa, déjenla y póngala de alfombra para que todos la pisoten y se limpie los pies con ella. Total, a la autoestima no le importa.
Abro y cierro la boca mirando a mi alrededor esperando alguna respuesta, pero nadie dice nada sobre la sarta de estupideces que nos dice. ¡Nadie! Miro al profesor achicando los ojos y cierro el cuaderno lanzándolo al suelo, pero nadie se percata de mi acto. Me coloco de pie y tomo mi mochila para caminar de puntillas alejándome del escritorio. Abro la puerta con cuidado y muerdo mis labios cuando he salido, boto un suspiro y sonrío divertida.
¡Libertad, wow! Vamos a ver que hizo Autoestima esta vez. Doy un paso dispuesta a ir con ellas, no pienso tolerar estas estupideces y menos las de Autoestima.
―¿A dónde cree que va Señorita dignidad?
¡Por el damasco, inventa algo rápido!
―Yo... puf... esté... ¿al baño?
El profesor me mira cruzado de brazos y con una ceja alzada achicando sus ojos.
―¿Y por eso tenía que salir de la sala sin permiso?
―Le pedí permiso querido profesor, usted no estaba atento ―menciono aleteando las pestañas cual mariposa.
―Entre.
―Debo ir al baño.
―Señorita...
―Sí, sí, ya sé. Gracias, profesor, que tenga un lindo día ―menciono echando a correr como si fueran persiguiendo para matarme.
―¡Señorita Dignidad!
―¡No volveré con un viejo amargado como usted! ¡El día en que cambie su discurso volveré! ¡arriaederci!
―Se dice: arrivederci.
―¡Como sea! ―digo dándome la vuelta para levantar mi precioso dedo del medio―. ¡La Señorita Dignidad se va hasta nuevo aviso!
Corro por el campus hasta que llego al árbol gigante que hay en medio de la plaza. Estoy acercándome cuando algo me manda al suelo.
―¿Oh, dignidad, dónde estás que no te veo?
―Aplastada debajo de tu maldito zapato, Autoestima. —Me levanto y limpio la ropa fulminadola con la mirada—. ¿Qué hiciste esta vez?
―Yo... puede que me haya maltratado un poco... —dice colocando sus dedos juntos.
Veo a Respeto en el suelo llorando y me acerco a ella. La ayudo a levantarse y le limpio las lágrimas.
—Vámonos de aquí, cariño.
—¡Ey, esperen, no me dejen!
—Cuando no te maltrates y no hagas llorar a Respeto y defiendas a Dignidad, volveremos. Por ahora, nos vamos a pasear.
Le levanto el dedo corazón y me doy la vuelta, jodida Autoestima.
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Mini Relatos
Historia Corta¿Qué tienen en común un chico lindo, un apocalipsis y la fama? No lo sé, pero algún relato sobre ellos encontrarás. ¿Es fantasía o realidad? ¿Qué hay de malo en mi? ¿En serio quieres vivir sin intentarlo? Eso lo tendrás que descubrir tú. ¡Adentrat...