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Se podía oír el sonido de otros animales en la isla, todos ponían toda la atención posible el sol los había abandonado provocando un poco más de dificultad en el camino. Los reyes no querían esperar a que amaneciera, como pudieron crearon antorchas y con la vieja linterna de Edmund se guiaron hasta una larga mesa que poseía tentadores aperitivos para esos estómagos rugientes de todos los tripulantes, incluyendo a sus reyes pero querían mantener la cordura aún y saber porque todo parecía impecable. Investigaron hasta llegar alguna respuesta pero se encontraron con tres hombres que parecían estar bajo un hechizo.
Caspian los reconoció de inmediato eran tres de los nobles desaparecidos junto a sus espadas, al parecer sus cuerpos estaban tiesos como el hielo pero seguían respirando.

— ES LA COMIDA!!! — Advirtió el castaño antes que sus hombres pudiesen probar un bocado evitando un amargado momento.

Edmund tomo las tres espadas y pidió que las otras fuesen colocadas en la mesa a pesar que les faltaba una. Estás fueron colocadas en forma de estrella causando un pequeño temblor en el centro que llamo la atención de muchos y provocó que se alejaran. Caspian tomo la mano de su amada y dio un paso al frente de protegerla de cualquier mal mientras veía como una luz azul bajaba del cielo.

— Bienvenidos viajeros — Dijo la estrella que había adquirido la forma de un hombre —. Mi nombre es Leo, soy uno de los hijos de Ramandu.

Los tripulantes se inclinaron ante la estrella expresando su admiración, Fénix pudo ver como Lucy sonreía con cierta timidez cuando Leo posaba sus ojos en ella.

— No van a comer? Acaso no tienen hambre?

Leo los invito a que comieran en la mesa de Aslan y también explico la inquietud de todos, los tres nobles estaban bajo un encantamiento a causa de su violencia ya que en la mesa del rey de los bosques no estaba permitido eso sino la paz.

— Reina de fuego — Menciono la estrella —. Aslan me ha enviado a buscarla.

— Aslan? Donde está? — Pregunto Lucy con entusiasmo haciendo sonreír a Leo.

— Me temo que aún no es el momento de verlo majestad, pero pronto podrán verlo — Dijo la estrella —. Necesito que me acompañe.

— A dónde la llevarás? — Pregunto Caspian sin soltar la mano de su mujer.

Fénix lo vio con una pequeña sonrisa divertida al poder ver los celos que el castaño sentía ante la estrella, pero Leo demostró que no había ninguna mala intención solo quería ayudar a la reina. Y antes de hacerlo le dio las siguientes indicaciones a los otros reyes para continuar con la misión.

— Entonces debes quedarte? — Pregunto Edmund a Fénix.

— Eso creo.

Leo prometió que pronto regresaría con ellos pero por el momento debía quedarse, Caspian al principio no estuvo de acuerdo pero Fénix debió interceder para convencerlo y prometerle que tal vez era una ayuda para ella. El castaño antes de marcharse la beso para dejarle en claro que era suya y esperaría por ella.

— Te amo mi bella reina de fuego — Dijo Caspian.

— Y yo a tí mi valiente guerrero — Ambos sonrieron para después separarse del otro.

Vio como su amado se iba junto a sus dos amigos y tripulantes, luego como subían a los botes. Leo le pidió que lo siguiera, la reina obedeció sin reprochar pero su curiosidad aumentaba a cada segundo. Hasta que la estrella se detuvo y extendió su mano.

— Es hora Fénix — Dijo a lo que ella no comprendió.

Al tomar la mano de la estrella sintió que su cuerpo se adormecia, tuvo miedo por un instante pero sus ojos se cerraron antes que pudiese expresar algo.

El calor ardiente invadía su cuerpo provocando que sus ojos fuesen abiertos, vio a su alrededor y en Cair Paravel en un centro del palacio.

— Mi señora — Dijo una dulce voz —. La he extrañado tanto.

Al voltear vio a Esme y a muchas criaturas que sus vidas fueron arrebatadas por los telmarinos. La ninfa la abrazo y lo sintió tan real que no pudo contener las lágrimas y allí mismo se quebrando cayendo de rodillas implorando perdón por no haberlas protegido como debía.
Pero las criaturas se inclinaron ante ella agradeciendo la protección y el amor que les había brindando siempre.

— No debe pedir perdón, nosotros vivimos felices en la nación de Aslan sin maldad que nos persiga — Dijo Esme —. Ya no se culpe más.

Fénix enseño una sonrisa algo entristecida pero entendió que nada fue su culpa, Esme extendió su mano y le dijo que era hora de renacer, de acabar con su vieja vida. La reina de fuego sintió algo de inseguridad pero al ver a su ninfa y a su pueblo decidió aceptar.
El fuego apareció de pronto, avivandose sin temor, la mujer tuvo miedo cuando se encontró ella solo al rededor de esas llamas pero comenzó a oír la voz de Aslan.

— Reina y madre del fuego, escogida por la estrella de la mañana otorgandole todo su calor — Decía Aslan mientras el fuego tomaba el cuerpo de Fénix —. Poderosa entre las criaturas mi gran ave fénix, haré perpetua la memoria de tu nombre en todas las generaciones, por lo cual te alabarán los pueblos eternamente y para siempre. Por eso ahora mismo te ordeno que renazcas de tus nuevas cenizas reina de fuego!

Aslan soltó un potente provocando que el alma de Fénix se estremeciera y toda herida fuese curada. La mujer sintió como su piel muerta se desprendía de ella al igual que la tristeza y amargura, sus hombros dejaron de sentir ese gran peso de culpabilidad y era libre.
Sus brazos se elevaron dejando ver un bello vestido de fuego con alas que la hicieron descender de ese lugar.

— FÉNIX!!! — Oía su nombre a lo lejos.

Al despertar ya había amanecido y estaba junto a la mesa de Aslan, pero se levantó de inmediato cuando escucho que Eustace la llamaba. Expreso sorpresa al verlo como un niño otra vez pero que estaba siendo atacado por la bruma, el rubio le pedía que fuese ayudar a los demás a pesar que él estuviese en esa situación.

— Yo puedo con esto! — Dijo Eustace.

Fénix tuvo fe y se transformó en esa ave de fuego que alguna vez fue, se dirigió hacia la bruma ingresando en una terrible tempestad, pero pudo ver el alba que era atacado por una serpiente marina. Sin temor la atacó defendiendo a los suyos.

— FÉNIX!!! — Grito Lucy con alegría.

La reina de fuego pudo herir a la serpiente dándole ventaja a Edmund en buscar una posición para acabar con la vida de la bestia.

— TRAELA HACIA MÍ FÉNIX!!!

Ella asintió y se alejo para volar con más velocidad, la bestia la veía a ella y a Edmund quien al parecer estaba perdido. Caspian gritaba su nombre para despertarlo de aquella distracción que era nada más y nada menos que Jadis intentando torturar su mente, Fénix quemó la cabeza de la serpiente y luego bajo hacia el alba pasando cerca de su amigo antes de aterrizar en el suelo.

— EDMUND AHORA!!!

El susodicho despertó para cumplir con su objetivo, clavo esa espada que emitió un color azul antes de incrustarse en el pecho de la bestia anunciando su destrucción.

𝐈 𝐒𝐄𝐄 𝐅𝐈𝐑𝐄 |𝐏𝐫𝐢𝐧𝐜𝐢𝐩𝐞 𝐂𝐚𝐬𝐩𝐢𝐚𝐧|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora