En la ciudad en la que vivía no había muchos lugares a los que ir, solo existían unos pocos bares, locales de comida rápida que eran impulsados por familias que llevaban allí generaciones enteras y una biblioteca. Fuera de eso había un hospital y una iglesia, pero dudaba mucho que a la mayoría de los jóvenes de mi edad les gustara ir allí para pasarla bien.
A mí me encantaba estar en un solo lugar y ese era la biblioteca, un edificio antiguo y bastante amplio que guardaba en su interior cientos de historias interesantes. Ir para perderme entre las páginas de los libros se había vuelto una rutina para mí. Iba todos los días y casi siempre era cuando salía de la escuela y a veces lo hacía durante mis tiempos libres.
Cada vez que mis zapatos pisaban el impecable suelo de cerámica me proponía leer y absorber todo lo que mi mente me permitiera y así hacía todos los días, leía hasta que el sol comenzaba a ponerse y tenía que irme a casa. Lo hacía sabiendo que regresaría a mi hogar sintiéndome satisfecha por haber aprendido cosas nuevas.
Entendía perfectamente que a muchos les resultara tedioso tomar un libro y leerlo de principio a fin, pero para mí era algo magnifico. Yo adoraba poder tomar un libro entre mis dedos y oler ese tan característico aroma a papel viejo y a polvo.
Sabía que podía escucharse asqueroso y repulsivo, pero poco me importaba.
En aquello que muchos consideraban como algo obsoleto se encontraba todo tipo de relatos e información, capaz de transportar la mente a cualquier lugar, llenando de aprendizaje o llevando a cualquiera al magnífico viaje de la imaginación.
Caminaba con pasos rápidos hacia la biblioteca, teniendo la mirada agachada y los labios apretados, tratando de pasar desapercibida aunque mi genética no me ayudaba demasiado. Mi cabello llamaba mucho la atención y nunca era para nada bueno.
Siempre me había considerado una chica solitaria, pero no por elección propia, sino porque no compartía gustos con el resto de los chicos que tenían mí misma edad. A ellos les gustaban las fiestas, las drogas, las relaciones sin ningún tipo de control y el alcohol en exceso. En cambio, a mí me gusta el silencio, la buena música y los libros.
Oh sí, no había nada mejor que un buen libro.
Además de las notables diferencias en gustos, no era que fuera considerada una belleza como para que las otras personas quisieran pasar demasiado tiempo conmigo. Mi cabello era pelirrojo y mis ojos de color avellana, tenía pecas esparcidas por el área de la nariz y mejillas y era de baja estatura. Lastimosamente para mí, en donde vivía lo que era considerado lo mejor de lo mejor eran los chicos y las chicas con el cabello rubio, de ojos azules y altos, muy altos. El resto de los mortales éramos nada a comparación con ellos y nos volvíamos el blanco de las burlas, sobre todo los que resaltábamos aunque no lo quisiéramos.
No todos eran crueles, pero en mi escuela sí había un grupito que cumplía con los estándares de belleza y se divertían haciéndonos la vida imposible.
Tan pronto llegué a la biblioteca comencé a vagar entre las estanterías mientras buscaba algo interesante para leer. Los libros que se encontraban en la sección de guerras históricas eran mis preferidos y a pesar de que me había leído la mayoría de ellos, un par de habían sido releídos en más de dos ocasiones.
No trabajaba allí, pero pasaba tanto tiempo en aquella sección que era capaz de saber dónde iban ciertos libros y cuáles tenía antes y después.
Pasaba mi dedo sobre aquellos libros antiguos hasta que me detuvo sobre uno en específico. Estaba segura de que nunca antes lo había visto porque de haberlo hecho lo habría reconocido. Aquel libro simplemente no parecía pertenecer a esa área en particular así que lo saqué para ver si estaba en lo correcto.
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Destino Medieval© EE #1
Fantasy💫Esta historia es completamente de mi autoría por lo que se prohíbe su copia o adaptación.💫 •Primer libro de la saga EE.• Ella nunca pensó que al entrar a la biblioteca comenzaría a vivir aquellas aventuras que durante años había leído. Él jamás c...